Fátima Djarra Sani: ‘Detrás de la mutilación genital femenina está el control de la mujer y de su sexualidad’

Por Isabel Eguiguren.

El 6 de febrero se celebró el Día Mundial contra la Mutilación Genital Femenina. La mutilación genital femenina, o ablación, es reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas. Se practica en 29 países de África y Oriente Medio, y más de 125 millones de mujeres y niñas vivas actualmente han pasado por ello. En África, cada año unos tres millones de niñas corren el riesgo de sufrir una ablación. En diciembre de 2012, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución sobre la eliminación de la mutilación genital femenina. Entrevistamos a Fátima Djarra Sani, mediadora de Médicos del Mundo Navarra que trabaja para concienciar sobre la mutilación genital femenina, ya que la información y la educación son fundamentales para erradicar esta práctica. El año pasado publicó el libro ‘Indomable’, donde cuenta su experiencia

España, Pamplona – La ablación, o mutilación genital femenina es reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas. Se practica en 29 países de África y Oriente Medio, y más de 125 millones de mujeres y niñas vivas actualmente han pasado por ello. En África, cada año unos tres millones de niñas corren el riesgo de sufrir una ablación. En diciembre de 2012, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución sobre la eliminación de la mutilación genital femenina [1].

Fue durante una clase de ciencias, mientras su profesor explicaba el aparato reproductor femenino, concretamente la función del clítoris, cuando Fátima Djarra Sani fue consciente de que una parte de su cuerpo muy importante no existía. Pero no fue capaz de hablarlo delante de sus 30 compañeras de curso. Ahora, gracias a Indomable, podemos conocer su apasionante historia y las consecuencias de la mutilación genital femenina. Un trabajo que le ha hecho revivir los pasajes más dolorosos de su vida, pero que servirán para que tomemos conciencia de esta brutal forma de violencia hacia las mujeres.

Nos acercamos a la sede de Médicos del Mundo Navarra para conocer mejor a Fátima, un auténtico torbellino de energía que dedica las 24 horas del día a su batalla personal por la erradicación de esta práctica.

-En tu libro relatas con todo lujo de detalle algo que sucedió cuando tan solo tenías cuatro años.

-Era algo que tenía bloqueado en mi mente. Pero cuando mi hermana pequeña sufrió la ablación, las personas mayores de mi familia me recordaron cómo fue el día en que a mí me sucedió, y de pronto empecé a recordar cómo se hablaba de una fiesta, cómo el hermano pequeño de mi padre me traía  ropa nueva, cómo fuimos bailando todas las mujeres muy contentas hasta casa de mi abuela que estaba a 500 metros de la mía… Recuerdo que primero se llevaron a mi hermana, entonces escuché sus gritos y fui corriendo hacia donde estaba, pero me agarraron entre varias mujeres y me llevaron a otra habitación con la cara tapada. Me tumbaron en el suelo y yo empecé a gritar, pero me inmovilizaron entre todas. Y entonces sucedió.

-¿Qué recuerdo tienes de aquellos años?

-Me sentía muy incomprendida; además, no podía callarme muchas cosas. Por ejemplo, recuerdo cuando mis cuñadas estaban preparando todo para una fiesta de la ablación. Yo estaba fatal y les decía que no lo hicieran, pero no me hacían caso. Entonces fui a hablar con el padre de una niña. Le conté dónde estaba su hija, y le dije que la iban a mutilar. Él fue a por su hija y se la llevó del lugar, pero tuvimos que mantener en secreto que yo se lo había contado. Siempre escuchaba justificar esta práctica en mi familia, y no podía aguantar ver, por ejemplo, a mi prima coger una navaja para mutilar. Y no me callaba, lo decía con respeto, pero no me callaba.

-Pero ¿eras la única que pensaba así?

-No, había organizaciones que hacían un trabajo increíble para terminar con la mutilación genital femenina ofreciendo un rito alternativo. Pero no eran reconocidas, todo lo contrario, muchas veces sufrían rechazo. Y yo, por mi situación personal, no vi claro meterme en alguna de ellas.

-En el libro reconoces que no guardas ningún rencor a quienes te mutilaron

-Sí, porque no querían hacerme daño, querían lo mejor para mí. Así que no puedo odiarlos. Si mi madre, mi madrastra o mi abuela pensaran que era algo malo para mí, no lo hubieran hecho. Y ellas han pasado por lo mismo, han sido educadas así y no son capaces de reconocer ese sufrimiento. Quieren seguir con esa tradición, con esa cultura. No puedo guardarles rencor, pero sí que quiero que entiendan mi llanto, mi reclamo, la tristeza que tengo por lo que viví.

-Llama mucho la atención que una persona que lucha tanto por los derechos de las mujeres accediera a ser la segunda mujer de su marido.

-Hasta yo misma me pregunto a veces: ¿por qué, Djara? No sé qué me pasó. Yo, que era una rebelde, que decía lo que pensaba, sin pelos en la lengua, y me convertí en una mujer sumisa. Yo misma me lo preguntaba. Estaba muy enamorada, no veía otra cosa. Me daba incluso vergüenza hablarlo con la gente. En Europa no se lo contaba a nadie, tenía una imagen de mujer luchadora, pero con el libro mi secreto se iba a descubrir. He aprendido mucho de aquello, y no creo que en el futuro me pueda suceder algo así.

-¿Por qué decidiste escribir algo tan personal y doloroso?

-Hablando con mi familia y con mujeres y hombres africanos, ves que es un tema tabú, la gente no quiere hablar de ello. Muchas veces las mujeres me ven como a un bicho raro, piensan que estás traicionándoles. Pero decidí visibilizar el tema de la mutilación sin criminalizarlo, y acabar con esa imagen de que somos personas salvajes. He contado mis vivencias para que las mujeres africanas tengan valor y coraje; si no podemos contarlo nosotras, ¿quién lo va a contar? Es verdad que cuando me lo ofrecieron me lo pensé dos veces. Se trataba de hablar de mi familia, hablar de cosas íntimas de mi vida, que todo el mundo iba a conocer. De hecho, viajé a Guinea-Bisáu para hablar con mi familia. Esa era mi mayor preocupación. Fui para explicarles qué iba a escribir y obtener su consentimiento. Por lo demás, el hecho de poder evitar cualquier mutilación de una mujer o una niña hizo que sintiera como un deber escribir mi historia.

-Entonces, ¿tu familia ha leído el libro?

-No, porque el libro solo se ha editado en castellano, y la mayoría de mi familia no lo habla. Tengo un hermano que sí me pidió el libro pero falleció la semana pasada. Él fue uno de los que me dio el consentimiento cuando fui a Guinea.

-¿Tenías miedo a la repercusión que pudiera tener Indomable en tu país? 

-Sí, pero no tengo muy claro qué ha sucedido. Si pones mi nombre en internet aparece mi trabajo para erradicar la mutilación genital femenina, y desde allí pueden conocer mi trabajo, pero como el libro no está en portugués mucha gente no lo ha leído. Sí que estoy recibiendo felicitaciones, sobre todo de mis compañeros y compañeras de Guinea-Bisáu con quienes estudié en Cuba. Me llaman, me escriben y reconocen mi trabajo. Estoy muy agradecida.

-¿Está la mutilación genital femenina unida a la religión musulmana?

-No, pero probablemente se confunde porque hay personas que lo justifican a través de la religión, confundiendo las palabras del profeta Mohammed. Si relacionas la palabra mutilación con una religión va a ser mucho más fácil que la población acepte la práctica, pero detrás de todo esto está el control de la mujer y de su sexualidad. La realidad es que en ningún versículo del Corán aparece la mutilación genital femenina. También hay quienes comparan la circuncisión con la mutilación, y no tiene nada que ver. En mi país las dos prácticas se hacen a través del rito de iniciación, pero al hombre se le quita la piel y a la mujer se le quita el clítoris. A los hombres que piensan así yo les cuento las consecuencias que sufren las mujeres, y no ellos. Hay tipos de mutilación que te pueden llevar hasta la muerte, pero, como mínimo, las mujeres sufrirán infecciones, dificultades en sus relaciones sexuales o problemas graves o gravísimos en el parto. Los hombres no padecen estas consecuencias.

-En la actualidad trabajas en Médicos del Mundo Navarra en un proyecto para la prevención de la mutilación genital femenina. ¿Fue complicado llegar a la población africana afincada en la comunidad foral?

-Me costó mucho porque no conocía a la gente, no conocía Pamplona, y la población africana es de otras comunidades, con otros idiomas y otras costumbres. Pero intenté ponerme en su lugar, siempre desde el respeto. Busqué a los líderes de cada comunidad, pero no fue fácil. Una vez fuimos Yolanda Rodriguez (actual presidenta de Médicos del Mundo Navarra) y yo a una reunión con mujeres, y tuvimos que salir literalmente corriendo. Ellas no querían hablar del tema, no querían nada con nosotras. Recuerdo como bajaba las escaleras llorando, fue horrible. Afortunadamente, hoy en día la relación con ellas es muy buena.

-A pesar de las dificultades, conseguiste la confianza de los líderes de la comunidad y llegaste hasta las mujeres. ¿Cuál es el trabajo que realizas con ellas?

-No solo con ellas, también trabajamos con hombres. Se trata de sensibilizar a la población africana a través de talleres, cine-fórum, fotografías o formación, para que se den cuenta de la gravedad y de las consecuencias de la mutilación. También trabajo con personal sanitario, acompañando a mujeres con problemas graves a consecuencia de la mutilación a los centros de salud para que ellas mismas puedan contar a los y las médicos lo que están sufriendo. Además, trabajamos con pediatras para que hagan un seguimiento de las niñas antes y después de sus viajes a sus países, que es donde está el riesgo de que sufran mutilación. Hemos conseguido que las familias lleven un compromiso por escrito para que, en caso de sufrir ablación, sean los propios progenitores los responsables de lo sucedido. Es una manera de asegurar que a esas niñas no les pase nada. Por otro lado, trabajamos con el sector educativo para que sepan como abordar el tema, y asesoramos a muchos hombres que nos llaman ante las dificultades que se encuentran durante sus relaciones sexuales.

-¿Que retos tienes por delante? 

-Yo espero que el Gobierno y otras organizaciones apoyen a Médicos del Mundo en la erradicación de esta forma de violencia hacia las mujeres. Pero, además, tengo un reto especial que he comenzado aquí: se trata de una organización llamada Dunia Musso, y la idea es que el proyecto llegue a Guinea-Bisáu. Quiero trabajar en mi tierra. Ahora mismo tengo un niño pequeño y no es el momento, pero sí me gustaría trabajar allí. En Navarra hay 134 niñas en riesgo y 249 mujeres que han sufrido la ablación. Ahora trabajamos con todas ellas, pero el gran trabajo está allí, en África.

 

 

[1] http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs241/es/

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