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En la Cuarta Ola feminista la lucha contra la violencia sexual ocupa un lugar primordial. Esta lucha es, en otras palabras, la vindicación de nuestra libertad sexual, como premisa de una vida digna y una sociedad igualitaria. “Cultura de la violación” es el concepto que nos ayuda a entender y describir las formas en que la sociedad culpabiliza a las víctimas y disculpa a los agresores.
La libertad sexual no fue protegida en España hasta 1989. Las cosas han cambiado en el reconocimiento de la violencia sexual, pero quizás no tan profundamente como es preciso. El 7 de octubre de 2022 entró en vigor la conocida como “ley del solo sí es sí”. Analizamos sus claves y avances en la protección de las víctimas, y también las críticas que ha suscitado en cuanto a las rebajas de sanciones penales. Enmarcamos la violencia sexual como violencia machista, y debemos recordar cómo las medidas contra la prostitución y la pornografía quedaron fuera de la norma.
Observar cuantitativamente la violencia sexual es difícil, porque es más frecuente que suceda en contextos privados y suele esconderse tanto por el perpetrador como a menudo por la víctima o por los testigos, de haberlos. Para describirla es frecuente utilizar la metáfora de un iceberg, dado que la parte sumergida o “cifra negra” es mucho mayor que la visible. Para la estimación de los casos reales de violencia sexual los expertos señalan la importancia de complementar los datos registrados con las encuestas de victimización.
Las diferentes formas y ámbitos de la violencia sexual están presentes en la vida cotidiana, causan sufrimiento y múltiples efectos en la salud de las víctimas. La siguiente tipología no se limita al aspecto jurídico concreto, sino que es una categorización conceptual de la violencia sexual, incluyendo términos y definiciones que cobran especial preeminencia en la actualidad, como es el ámbito de la ciberviolencia.
La violencia sexual excede el ámbito privado y constituye un problema político y de salud pública de especial gravedad, como una de las manifestaciones de la violencia machista con mayores zonas de impunidad, ocultamiento y revictimización. Así lo reconoce la Organización Mundial de la Salud (OMS). Enumeramos en estas páginas las principales consecuencias para la salud de las víctimas, tanto físicas como emocionales.
Los índices de violencia sexual registrada en España han aumentado en la última década cerca de un 90%, y la mitad de sus víctimas son menores de edad. Nuevas leyes y nuevos fenómenos como la cibercriminalidad sexual, que reproduce en la vida digital las estructuras de dominación sobre mujeres y niñas. Extraemos 25 conclusiones respecto a la violencia sexual en nuestro país, en un momento clave legislativo y de políticas públicas para luchar contra esta grave forma de violencia machista.
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