Onlyfans procede como una plataforma proxeneta. Así lo advierten desde la Federación de Mujeres Jóvenes (FMJ), en un informe recién presentado con el apoyo del Ministerio de Igualdad, y también la jurista Tasia Aránguez. Conocer qué son, cómo actúan y qué causas y consecuencias tienen Onlyfans y otros negocios online en auge es necesario para hacer frente a las nuevas formas de explotación sexual de mujeres. De ellas no sólo se benefician los dueños de las plataformas, sino también los varones que se lucran como “agentes” de las jóvenes.
La Federación de Mujeres Jóvenes (FMJ) ha presentado su informe “Onlyfans. Un espacio blanqueado del negocio del sexo”, en un acto en el que ha intervenido Aina Calvo Sastre, Secretaria de Estado de Igualdad y para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres. La número dos del ministerio ha señalado que la violencia machista también se manifiesta a través de las redes sociales, “donde se abusa y se cosifica a la mujer”. Además, ha reiterado el propósito anunciado por el Gobierno para “frenar en seco” el acceso de menores a pornografía online, con la colaboración de la agencia de protección de datos.
Raquel Pérez Benasco, vicepresidenta de FMJ, califica Onlyfans como “una nueva forma de explotación sexual”. La investigadora y redactora del informe, Mónica Sanz Martínez, señala que “la plataforma se ha convertido en un imperio digital de la pornografía y la prostitución virtual”. Según los datos que recoge este estudio, el 97% de las llamadas “creadoras de contenido” –mayoritariamente sexual y pornográfico– son mujeres, mientras que el demandante promedio es un varón de entre 25 y 44 años.
“Plataforma proxeneta”
Para las autoras, el blanqueo como “empoderamiento” enmascara la realidad de un negocio que se fundamenta en el proxenetismo, tanto de hombres mediadores como de la propia entidad. Onlyfans obtiene el 20% de todas las transacciones. Las cuentas anuales publicadas revelan el alto crecimiento económico de la empresa, cuya matriz, Fenix International, reside en el Reino Unido. Los pagos brutos realizados a través de Onlyfans alcanzaron los 5.600 millones de dólares en 2022, lo que elevó el beneficio después de impuestos del grupo cerca del 24%, pasando a 404 millones de dólares en 2022.
El número de “creadoras” aumentó en ese periodo un 47%, hasta casi 3,2 millones, y el de “fans” un 27%, hasta cerca de 239 millones. Según han informado desde FMJ, España era en 2021 el quinto país en número de “creadoras de contenido”. Se trata de una empresa con muy pocos empleados, cuyo propietario es desde 2018 el ucraniano-estadounidense Leonid Radvinsky, calificado por The Guardian como “un veterano de la pornografía en línea” que prefiere evitar a los medios. Onlyfans no es la única plataforma dedicada a la venta de contenido sexual, pero sí la más conocida.
¿Cómo funciona el negocio?
Aunque hay una parte de acceso gratuito, Onlyfans es básicamente un sitio online en el que una persona ofrece contenido privado a cambio de dinero. La inmensa mayoría de esos contenidos son fotos o vídeos sexuales y pornográficos de mujeres jóvenes. Las modalidades de pago son múltiples: suscripciones, propinas, mensajes de pago, “pay-per-view”, emisiones en vivo, servicio de coaching, canales cruzados, promociones, gestores virtuales.
Según FMJ, las “creadoras” en Onlyfans no controlan sus condiciones contractuales y la empresa se asigna el derecho de usar, modificar y divulgar a terceros el material que venden a la plataforma de modo perpetuo, por lo que la huella digital no desaparece. Onlyfans no es inocuo para las chicas que venden sus imágenes: las consecuencias de esta huella indeleble, además del trato deshumanizante con los usuarios, forman parte del daño social y psicológico que puede producir en las jóvenes directamente implicadas. Además, la plataforma no asume la responsabilidad jurídica cuando los contenidos que alberga son ilegales –imágenes obtenidas mediante engaño, por ejemplo–.
Este y otros sitios online no son una realidad aislada, sino una extensión más de la industria del sexo. “Onlyfans es un negocio encubierto de pornografía y prostitución”, afirma FMJ. “Hablamos de pornografía ya que en esta plataforma se compran vídeos e imágenes de contenido sexual; y hablamos de prostitución en tanto en cuanto, a partir de la interacción entre las creadoras de contenido y sus seguidores, se establecen relaciones digitales y presenciales donde hay un intercambio de sexo por dinero”. Muchas jóvenes se adentran así en una industria que desconocen, “siendo Onlyfans una puerta de entrada que facilita el discurso prostituyente sobre las mujeres”, continúa el informe.
“Onlyfans es un negocio encubierto de pornografía y prostitución”
La mentira del empoderamiento
En su trabajo “Onlyfans. La uberización de la pornografía” (2023), la profesora Tasia Aránguez comparte esta visión de la plataforma como un modelo de proxenetismo. El concepto de “uberización” alude al falso emprendimiento de las mujeres, como falsas autónomas, en un modelo de negocio en el que la empresa se ahorra casi todos los costes. “Es la chica la que aporta la cámara de su móvil o su ordenador, la que pone la habitación, el vestuario y la idea. La joven también aporta el producto, con la característica esencial y distintiva de que el producto es ella. Onlyfans no es explotación laboral, es algo aún más atentatorio contra la dignidad: es explotación sexual”, explica. A partir de este ensayo, Tasia Aránguez impartió en marzo pasado un seminario online con la Escuela Abolicionista Internacional, disponible en el canal de YouTube.
Respecto al peligro para las menores, ambos estudios citan una investigación periodística de Noel Titheradge y Rianna Croxford para BBC News de 2021, que revelaba cómo menores venden videos explícitos aprovechando las fallas de controles de la plataforma.
El papel de los hombres
En torno a las mujeres hay hombres –particulares, agencias, “novios”– que captan a las chicas y gestionan sus perfiles, llegando incluso a controlar sus cuentas bancarias, ejerciendo como proxenetas. Como recoge FMJ, alguno de estos “emprendedores” reconoce abiertamente este papel y no duda en calificarlas como prostitutas mientras alardea del dinero que gana. Otros realizan tutoriales para ejercer este proxenetismo disfrazado y alguno insiste en la necesidad de que la modelo sea “disciplinada” o de la conveniencia de dirigir el tráfico a países con potenciales consumidores con dinero, lo que se acerca a la lógica de la trata sexual.
Por su parte, los demandantes son los llamados“fans” que buscan el acceso a cuerpos de las mujeres, y en muchos casos dan el paso a interactuar con ellas para sus peticiones sexuales, ya sean online o presenciales. Como expone Raquel Rosario Sánchez, citada por Aránguez, una parte importante del placer que los varones obtienen con el sexo en la sociedad pornificada actual consiste en transgredir los límites del consentimiento, reduciendo de forma escalonada el poder de la mujer. En definitiva, estamos ante un modelo que de nuevo afianza los roles asociados a la feminidad y la masculinidad entre los jóvenes y la asimetría de poder entre mujeres y hombres.
La pornificación acelerada tras la pandemia
El atractivo sexual como un “valor de mercado” para las jóvenes se fomenta también desde otras redes como Instagram, TikTok o YouTube, donde ellas suben sus imágenes en busca de la validación social bajo la mirada masculina. Mientras, las bombardea una infinidad de tutoriales de belleza o moda, industrias a las que las jóvenes dedican buena parte de sus ingresos, en pos de un ideal cada vez más sexualizado. Las imágenes de mujeres hipersexualizadas dominan todo el panorama de la comunicación social: publicidad, videoclips, películas, series, videojuegos, redes sociales… Términos como “creadora de contenido”, “camgirl” o “sugarbaby” blanquean el concepto de explotación sexual. “El hecho de que las mujeres sean sistemáticamente cosificadas es un obstáculo para el acceso al verdadero capital”, sostiene Aránguez, ya que dependen del capricho de los varones, ante quienes “se devalúan” según cumplen años, y sufren un déficit de credibilidad en cualquier ocupación profesional.
Los medios de comunicación no son, en general, ajenos a la normalización y el blanqueo. Por el contrario, trabajos como el de Equipo de investigación –“Onlyfans, la red de las tentaciones” (Atresmedia)–, dirigido por la periodista Begoña Chamorro, señalan cómo “decenas de titulares engañosos se convierten en la mejor publicidad de la red social”. Mientras los relatos edulcorados destacan lo “fácil” que es ganar mucho dinero con fotos de pies o vídeos durmiendo, el contraste con la realidad muestra vídeos de felaciones y penetraciones, “pirateo” del contenido, además de “chateadores” profesionales que se hacen pasar por ellas y agencias. Uno de estos agentes, que se autocalifica como “el rey de Onlyfans management”, reconoce que cuanto más jóvenes y más aspecto inocente tengan las chicas, más rentabilidad dan. De una facturación media de unos 400.000 euros, él se lleva entre el 30% y el 50%. Cuando el reportero le pregunta si su actividad es proxenetismo, responde sonriente que sí, según la definición de prostitución del diccionario. Tiene su residencia en Andorra.
“El hecho de que las mujeres sean sistemáticamente cosificadas es un obstáculo para el acceso al verdadero capital”
Las expertas consultadas por FMJ señalan cómo, ante situaciones similares de precariedad económica, los hombres no tienden a contemplar la mercantilización sexual de sus cuerpos como una opción. En palabras de la filósofa Ana de Miguel, hay una “doble verdad” en el sistema de creencias dominante: “hay unas definiciones positivas para hacer una cosa para las chicas y otras para los chicos”. Onlyfans reproduce el esquema prostitucional y de poder básico, en el que la mayoría de quienes son prostituidas son mujeres, y la mayoría de quienes pagan por ello son varones.
Según el Financial Times, a partir de la pandemia del Covid-19 Onlyfans aumentó sus ingresos en un 553%. La crisis sanitaria y los confinamientos vinieron a acelerar el desplazamiento de la mercantilización sexual de las mujeres a lo digital, con el consumo intensivo de pornografía y estos nuevos mecanismos de porno-prostitución. Por otro lado, mujeres jóvenes encuentran una forma de ganar algo de dinero ante la precariedad laboral existente. “El machismo, lejos de haberse erradicado de la sociedad, ha encontrado refugio en Internet, donde los comportamientos y las ideas se refuerzan a consecuencia del anonimato y la inmediatez que procura el mundo online”, sostienen desde FMJ.
Uno de estos agentes, que se autocalifica como “el rey de Onlyfans management”, reconoce que cuanto más jóvenes y más aspecto inocente tengan las chicas, más rentabilidad dan
Falta de interés institucional
El informe de FMJ se acompaña de propuestas de políticas públicas, que ha presentado Laura Selena Báez Benítez, jurista especializada en violencia sexual, que reconoce la falta de interés institucional real hasta ahora. Entre estas propuestas, el informe recomienda implementar la coeducación y la educación sexual en las aulas, incorporar en los centros de crisis la intervención en violencias sexuales digitales, y desarrollar las medidas ya aprobadas en la legislación reciente.
No obstante y a la vista de estos nuevos estudios, el modelo Onlyfans podría entrar en el marco de las formas de proxenetismo aún no sancionadas en nuestra sociedad y nuestras leyes, carentes de abordaje abolicionista integral del sistema prostitucional y la pornografía, como modelo para una sociedad igualitaria.
PARA SABER MÁS:
FEDERACIÓN MUJERES JÓVENES (2024). Onlyfans. Un espacio blanqueado del negocio del sexo. Redacción y coordinación de Mónica Saiz.
ARÁNGUEZ, Tasia (2023). “Onlyfans. La uberización de la pornografía”. En Ensayos ciberfeministas (pp.99-119) Editorial Dykinson.
Seminario Online “Onlyfans y la mentira del empoderamiento” (2023), impartido por Tasia Aránguez para la Escuela Abolicionista Internacional.
“Onlyfans, la red de las tentaciones”. Equipo de investigación. Dirigido por Begoña Chamorro. Atresmedia.
DE MIGUEL, Ana (2021). Ética para Celia. Ediciones B.
ROSARIO SÁNCHEZ, Raquel. (2021). “¡Después de una gran batalla conseguí que ella se quitara la ropa! La negociación del consentimiento dentro de los foros en línea para hombres prostituidores en Inglaterra”. En Feminismo digital: violencia contra las mujeres y brecha sexista en internet. Editorial Dykinson.
WOLF, Naomi. (2020). El mito de la belleza. Editorial Continta Me tienes.
MACKINNON, Catharine (1995). Hacia una teoría feminista del Estado. Editorial Cátedra.