Por Moira Goldenhörn (Argentina), abogada e investigadora en Sociología Jurídica
La Proposición de Ley para prohibir el proxenetismo en todas su formas lleva casi un año de lentos avances en su tramitación parlamentaria. En el marco de la sanción de esta iniciativa de corte abolicionista –un compromiso expresado por el presidente del Gobierno–, España recibe la gira de propaganda prostituyente encabezada por Georgina Orellano, dirigente de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR). Contra referentes de esta organización han existido denuncias en varios lugares del país austral y la condena por proxenetismo a una de ellas. Desgranamos algunas claves del funcionamiento de la propaganda a favor del proxenetismo de este pseudosindicato.
Denuncias y condena
En los últimos años son varias las denuncias conocidas contra integrantes de AMMAR. En 2019, tras casi cinco años de proceso, fue condenada por proxenetismo María “Malu” López Villagra, una de sus referentes en la ciudad costera de Mar del Plata, quien operaba con la fachada de una cooperativa. Con anterioridad, en el año 2015, se desbarató una red de trata en el conurbano bonaerense, causa en la que fue procesada una referente de AMMAR, Claudia Brizuela, y luego sobreseída; lo mismo que ocurrió en la Provincia de Neuquén con Teresa Godoy, quien fue procesada en 2019 y recientemente absuelta.
Quién es Georgina Orellano
Orellano es oriunda del conurbano noroeste de provincia de Buenos Aires, proveniente de una familia trabajadora. Hoy tiene 37 años y es madre de un hijo. Desde 2014 es Secretaria General de AMMAR, fundada en 1994. Relata que ejerce la prostitución desde los 19 años, cuando fue invitada por una prostituta para quien ella trabajaba de niñera, y que sólo dejó la actividad por un tiempo tras su maternidad. Defiende el regulacionismo de la prostitución como un “empoderamiento femenino” y la despenalización del proxenetismo y la trata cuando media “el consentimiento” de las prostitutas y streamers porno en la facilitación, intermediación y traslados; aún cuando ese consentimiento está viciado por la necesidad, la ausencia de instrucción básica y la falta de oportunidades.
Cómo amplifica AMMAR su mensaje entre las jóvenes
Desde esta organización se ejerce una promoción importante de la prostitución como actividad “laboral” válida, sobre todo en tiempos de crisis, que robustece la capacidad de manipulación de mujeres vulnerables. Incluso esta propaganda existió como adoctrinamiento de adolescentes en ámbitos educativos de la enseñanza pública, donde se confunde a propósito la educación sexual integral con la publicidad prostituyente.
La propaganda de Orellano y de AMMAR también se difunde desde universidades nacionales públicas en clases magistrales o mesas de diálogo, donde se refuerza la idea de un pretendido “derecho a prostituirse como empoderamiento feminista”, con un planteamiento de falacia de autoridad al provenir de un ámbito académico. Considero que eso de ‘puta feminista’ es un oxímoron neoliberal, colocado por encima del derecho de todas las mujeres a una vida libre de violencias basadas en el sexo.
Testimonios de las víctimas
Las historias de vida de las víctimas del sistema prostitucional en Argentina nos aclaran un poco más la violencia real de la prostitución y el modus operandi de estas organizaciones:
Aldana (nombre ficticio), es una denunciante contra integrantes de AMMAR. Ella fue captada para “trabajar” sólo como streamer en la ciudad de Buenos Aires, donde era violentada por su familia. Carecía de medios para sostener a su hijo, a quien cría sin padre como la mayoría de las mujeres en situación de prostitución: “los contenidos van cambiando conforme pasa el tiempo, pensás que es cool todo, te coachean, te confunden, no te das cuenta hasta que tu mente quiebra. Te captan con un discurso de libertad económica y luego tenés que hacer cosas aberrantes (…) Teníamos que estar todas las horas, además de siendo grabadas, con un vibrador que se maneja a distancia, pesado y doloroso, metido en la vagina; los clientes te dan propina y a mayor propina, mayor es la descarga que el aparato genera. Intenté suicidarme al igual que dos chicas más, una logró su cometido. Te captan prometiendo trabajar desde tu casa y horarios libres, pero terminamos en los estudios privados de 8 a 12 horas por día. Luego nos llevaron a una ciudad portuaria y estuvimos retenidas y endeudadas para pagar los aparatos que nos obligaban a usar. Te prometen viajes a otros países: Chile, Colombia, México… pero no es difícil imaginarte lo que te espera. Yo me tuve que escapar. Denuncié todo pero mi causa estuvo meses en un cajón. En un primer momento creímos que AMMAR nos iba a defender, hasta que vi a Orellano con la mujer que me captó y entendí todo.”
Carla, transexual, es denunciante en la causa federal relacionada con la primera sede de La Casa Roja, la central de AMMAR en la Ciudad de Buenos Aires. Para esta víctima hay una pantalla con el rol del pseudosindicato, que ha sido investigado en varias ocasiones por haber afiliado a víctimas de trata. “Viví cerca de 23 años en Constitución (un barrio porteño, al que corresponde la imagen que encabeza esta entrada, donde existe prostitución en la calle, hoteles y prostíbulos), vi muchas cosas. Yo me movía con transexuales muy vulnerables, migrantes de provincias y de Latinoamérica. Convivíamos en un hotel a media cuadra de La Casa Roja. Georgina Orellano nos captaba proponiéndonos ayuda económica, protección con abogados: la policía y los jueces le hacen caso. No era solo prostitución: también había gente que nos proponía vender droga y ella sabía todo, y nos insistía con la idea que era el único “trabajo” al que íbamos a poder acceder. Ella nos hostigaba, nos controlaba, hasta que no aguanté más y denuncié todo. Los vecinos aportaron filmaciones y testimonios y esa Casa Roja tuvo que cerrar, se mudaron de lugar y mienten en los medios diciendo que fue porque les quedó chico; ellas se tuvieron que ir, todo el barrio sabía a qué se dedicaban en realidad y los métodos que usaban aunque se victimicen. Ahora estoy en situación de calle, sufrí muchas amenazas y malos tratos, me la tienen jurada. Me tuve que ir del barrio y desde entonces no volví a la prostitución. Tuve un botón antipánico hasta hace unos días. Mi causa está en la justicia pero no sé el estado en que se encuentra. Vivo con miedo.”
Ataque a la legislación contra la trata en Argentina
La llamada “Ley Anti Trata” argentina –Ley 26.842– data del año 2012. No penaliza a las mujeres en situación de explotación sexual –sea a cuenta propia o para beneficio ajeno–, sino a quienes se lucran con el comercio sexual sobre ellas, sea captando, albergando, facilitando u ofreciendo, entre otras conductas típicas. Esta Ley es muy atacada por organizaciones como AMMAR: al penalizar todos los aspectos que configuran el delito complejo de la trata de personas, desnuda su interés, que es regentar la explotación sexual de mujeres; con el argumento favorito de ellas que es la defensa de los derechos de las putas pobres, de las putas sin jubilación. La realidad da cuenta de lo frágil de la argumentación pretendidamente sindical. ¿Vieron alguna campaña de promoción de “prostíbulo libre de trata”, o “consuma sexo aquí, que son todas mayores de edad, clase media y migrantes legales” o “las putas de este prostíbulo son todas licenciadas y profesoras”? No, porque no existe tal cosa.
Posicionarse en el sistema
Este punto desenmascara que la lucha de estas organizaciones por la regulación de la prostitución y la despenalización de la trata de personas no es una lucha colectiva ni de liberación, porque sólo busca posicionarse mejor en ese orden de desigualdad, que expresa que “la prostitución es el oficio más antiguo del mundo”, cuando en realidad es “el privilegio más antiguo del varón”. ¿Ante quiénes se posicionan mejor relativamente? ¿Ante los hombres? Pues claramente, no. Se posicionan mejor en el esquema de explotación machista interseccional ante otras mujeres. Ahí es donde se cae el discurso sindical.
En todas las latitudes las voces se alzan en contra de la naturalización de la prostitución como única salida económica a la que tienen acceso las mujeres más vulnerables del sistema patriarcal, capitalista y eurocéntrico: los puteros piden variedades étnicas para consumir, como si fuésemos platos de un menú.