Miles de mujeres desfilarán el 8 de marzo en ciudades de todo el mundo. Incluso en lugares donde la represión las intenta expulsar de las calles, como los últimos años en Estambul, o las mujeres afganas que se juegan literalmente la vida mientras gritan “libertad, trabajo y comida”, desafiando al poder masculino. Y así es también el origen del 8 de marzo: una fecha marcada en el calendario con el valor de las trabajadoras y el humo de las fábricas. ¿Por qué es importante el 8 de marzo? ¿Cuál es su origen? Hacemos un ejercicio de memoria histórica de las mujeres.
La memoria de la lucha colectiva y la construcción de genealogía ayudan a comprender cómo la causa de las mujeres tiene entidad política propia y alejan falsos mitos sobre su papel en la historia del mundo contemporáneo. El cambio conseguido por las mujeres es la transformación de mayor calado en ese mundo, donde el feminismo es una fuerza civilizatoria, en palabras de la filósofa Amelia Valcárcel.
La “mujer nueva”
Además de cargar con la reproducción, las mujeres siempre trabajaron, en el modo de producción doméstico, en la esclavitud o en el capitalismo tras la revolución industrial. La lucha por los derechos civiles corre paralela a la movilización por las condiciones de las trabajadoras, y ésta a la liberación de la servidumbre en el seno de la familia. Oprimidas como mujeres, explotadas como trabajadoras: décadas antes de la gran transformación del feminismo radical de los años sesenta y setenta, así lo entendió ya Alexandra Kollontai. La histórica ministra soviética se las vio con los propios líderes de la revolución por su política de la “mujer nueva”, para la que la liberación doméstica y sexual eran imprescindibles.
Si son recordados los sucesos históricos alrededor del 8 de marzo –huelgas, incendios de la fábricas, revoluciones, represión policial o marchas multitudinarias–, las causas profundas del impulso de la vanguardia de las mujeres en las sociedades occidentales se entienden mejor al observar un mundo en transformación en el primer tercio del siglo XX. Las mujeres se incorporan de modo creciente a la producción industrial en la nueva fase del capitalismo, inserción que acentúa la Primera Guerra Mundial. A este proceso se suman la creciente aceptación de la educación –al menos la elemental– para las mujeres y el impacto que supuso la revolución en Rusia, y no solo dentro de sus fronteras:
“Sin duda, la revolución bolchevique alumbró un programa de ingeniería social que diseñó por primera vez la construcción de una sociedad radicalmente nueva a partir del principio de igualdad en todas su dimensiones, con lo que esto implicó para las mujeres.” (1)
La siguiente línea temporal del movimiento de las mujeres y los hitos del 8 de marzo no es más que una aproximación, a modo de apunte, sobre la imbricación real, desde países y situaciones distintas, de la lucha de nuestro sexo contra la dominación masculina en las esferas pública y privada.
Mujeres en marcha: convenciones, sindicalismo y política
En 1893 fue Nueva Zelanda el primer país en lograr el voto para las mujeres, inspirando a las sufragistas que despertaban en medio mundo. La petición al parlamento neozelandés fue presentada con 32.000 firmas en un documento de 270 metros de largo. Algunos años antes, en 1848 Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott habían impulsado en los Estados Unidos la primera convención –con unas trescientas asistentes– por los derechos de las mujeres y la “Declaración de Sentimientos” de Seneca Falls (en el Estado de Nueva York).
Ya desde el siglo XIX, en Alemania o Inglaterra había decenas de miles de trabajadoras afiliadas a los sindicatos – más de 150.000 alemanas y casi medio millón de británicas en 1914–. A partir del sindicalismo algunas de estas obreras despuntaron en una carrera política, como la finesa Miina Sillanpää (1866-1952), trabajadora desde los 12 años en la industria y el servicio doméstico, parlamentaria durante 38 años y nombrada viceministra de Asuntos Sociales en 1926.
De las huelgas y la represión
Respecto a la elección de la fecha precisa del 8 de marzo, se atribuyen varios hechos como antecedentes en la ciudad de Nueva York alrededor de ese día. El 28 de febrero de 1909 se celebró en Estados Unidos el primer Día Nacional de la Mujer, a partir de una declaración del Partido Socialista de los Estados Unidos. Se siguió en Nueva York y en Chicago, con la participación estimada de 15.000 mujeres.
Las últimas huelgas del 8 de marzo han sido convocatorias pioneras de paro global, pero ni mucho menos la primera vez que las mujeres han usado la herramienta insignia de la lucha de clases en defensa de sus derechos. Hace ya más de un siglo que la joven de 23 años Clara Lemlich (1886-1982) (2) pidió la palabra en una asamblea para llamar a la huelga. Lemlich habló y para el asombro de sus compañeros varones se convirtió en la líder del histórico Levantamiento de las 20.000, la huelga de las camiseras de Nueva York de 1909. Las huelguistas –en su mayoría mujeres emigrantes, judías procedentes de la Europa del Este– fueron fuertemente reprimidas por el poder y menospreciadas en su capacidad de organización por sus iguales varones. Sin embargo, su lucha acabó convirtiendo la industria de la confección en uno de los oficios mejor regulados de los Estados Unidos de América.
1910, Clara Zetkin en la Casa del Pueblo de Copenhague
Será la alemana Clara Zetkin (1857-1933), militante destacada del socialismo y desde 1917 comunista, quien impulse la designación de una jornada simbólica en torno al 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas. Esta II Conferencia fue celebrada en antigua Casa del Pueblo de Copenhague (Dinamarca) –la primera había sido en Stuttgart, Alemania, en 1907–. Clara Zetkin, desde las páginas del periódico que dirigió entre 1891 y 1917, Die Gleichheit (La Igualdad), propugnaba la liberación de las mujeres a través de la emancipación como trabajadoras. Las socialistas se separaban así de la estrategia del feminismo que consideraban liberal o burgués, muy activo en Gran Bretaña o los Estados Unidos a través de la lucha por el voto, si bien figuras destacadas como Zetkin apoyaban sin fisuras la reivindicación del derecho al sufragio. En esa misma Conferencia de 1910, a la que asistieron mujeres de 17 países, la alemana logró que los partidos socialistas europeos pidieran el voto para las mujeres, la igualdad salarial y un seguro de maternidad.
Así, en marzo de 1911 se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora en varios países europeos y en Estados Unidos. Las mujeres reivindican el derecho al sufragio, al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral. La conmemoración reunió, según la documentación de la ONU, a más de un millón de mujeres en Austria, Dinamarca, Alemania y Suiza. Este año tiene lugar uno de los peores desastres en una industria textil, con el incendio de la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist Company de Nueva York el 25 de marzo, una de las compañías en las que había ocurrido el Levantamiento de 1909. En el incendio murieron 146 trabajadores, la inmensa mayoría mujeres jóvenes inmigrantes. El personal no pudo escapar al comenzar el fuego, ya que la empresa –práctica habitual entonces– bloqueaba los accesos con el argumento de evitar robos. Tras la tragedia se introdujeron modificaciones en las normas de seguridad en el país.
El pan y las rosas
El lema “Queremos pan y también rosas”, o simplemente “Pan y rosas”, que ha inspirado poemas, canciones y películas, está asociado a la huelga textil entre enero y marzo de 1912 en Lawrence, Massachusetts. La sufragista Helen Todd, que era inspectora de fábrica y también colaboró con la lucha obrera –mano a mano con Margaret Robins, la presidenta de la Liga de Sindicatos de Mujeres–, ya usaba este eslogan en sus campañas por el voto. Ella explicaba que la frase “expresa el alma del movimiento de mujeres”: la lucha por las condiciones materiales y el acceso a “las rosas de la vida”: la educación, la música, los libros… Todd y sus compañeras consiguieron el derecho al voto para las mujeres de California en 1911. En 1912, la dirigente sindical Rose Schneiderman escribía:
“Lo que la mujer que trabaja quiere es el derecho a vivir, no simplemente a existir –el derecho a la vida como la mujer rica tiene el derecho a la vida, al sol, a la música y al arte. No tienes nada que el trabajador más humilde no tenga derecho a tener también. La obrera debe tener pan, pero también debe tener rosas. Ayuden, mujeres de privilegio, denle la boleta para pelear.” (3)
1917, guerra y revolución
En 1915, más de 1.300 mujeres de 12 países se reúnen en La Haya (Países Bajos) el 15 de abril, ya en plena Guerra Mundial. Poco después, la revolución rusa abre un cambio radical en todos los ámbitos. La propia ONU reconoce que “el hecho de que este día se celebre el 8 de marzo está estrechamente vinculado a los movimientos feministas durante la Revolución Rusa de 1917” (4). Las mujeres rusas demandan “pan y paz” mientras protagonizan revueltas y manifestaciones junto con los hombres. El 23 de febrero de 1917–del calendario juliano aún vigente entonces en Rusia–, 8 de marzo en el calendario gregoriano, se declaran en huelga. Cuatro días después abdica el zar y el gobierno provisional concede el voto a las mujeres. Según Naciones Unidas, “este día es fiesta nacional en Rusia, y hay especialistas que opinan que fue el detonante de la Revolución rusa” (5).
En diciembre de 1917, por primera vez en la historia la ministra Alexandra Kollontai impulsa el divorcio de mutuo acuerdo; al año siguiente, suprime la potestad patriarcal del marido sobre la mujer; en 1920 se estableció el derecho al aborto. Además de su labor política, las aportaciones Kollontai al pensamiento feminista fueron pioneras, al entender que la libertad de las mujeres no dependía solo de la explotación económica o la opresión política, sino de la subordinación sexual y la maternidad impuesta. Sus ideas más vanguardistas sobre la libertad sexual no fueron bien recibidas en su partido y en 1921 Lenin la cesó como ministra de Sanidad.
Acabada la guerra, pese a los intentos por volver a llevar a las mujeres “a su sitio” fuera de la esfera pública, muchos de estos cambios resultaron irreversibles y no es extraño comprobar cómo, en los años veinte, la conquista del voto para las mujeres se sucede en varios países occidentales: junto a las citadas Nueva Zelanda (1883) y Rusia (1917), se conquista el voto femenino en Australia (1902), Finlandia (1906), Noruega (1913); Canadá, Alemania, Austria y Polonia (1918); Checoslovaquia (1919), Estados Unidos y Hungría (1920), Reino Unido (1928, con sufragio limitado desde 1918). En España se logrará con la II República, en la célebre sesión de las Cortes Constituyentes del 1 de octubre de 1931, con la aprobación del artículo 36 de la Constitución y su defensa por la diputada Clara Campoamor. Hasta 1971 no se conseguirá el voto para las mujeres en Suiza, y otros muchos países no extenderán este derecho fundamental hasta los años ochenta. Las “mujeres nuevas” que propugnaba Kollontai son una realidad. La consecución del derecho al voto le costó al movimiento de las mujeres más de 100 años de lucha sufragista.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el 8 de marzo se extiende
Acabada la guerra, en la que de nuevo millones de mujeres se habían incorporado a la industria, la lucha de las mujeres obreras continúa. En 1945, 1.500 lavanderas irlandesas se sindican y convocan una huelga que duró tres meses en protesta por las malas condiciones de trabajo. Finalmente, ellas y todos los trabajadores irlandeses obtuvieron una segunda semana de vacaciones anuales por ley.
1945 es también el año de la fundación de las Naciones Unidas. En 1946, Eleanor Roosevelt, feminista impulsora de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, que reconoce la igualdad entre los sexos, lee la “Carta abierta a las mujeres del mundo” instando a su mayor participación política.
En noviembre de 1960, la dictadura de Trujillo en la República Dominicana asesina a las hermanas Mirabal, opositoras al régimen conocidas como “las Mariposas”. El movimiento contra la dictadura se aviva y cae al año siguiente. La fecha del 25 de noviembre pasará a ser el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en su recuerdo.
El Día Libre de las Mujeres de Islandia: la huelga total
1975 es designado Año Internacional de la Mujer de Naciones Unidas. En Islandia, el Día Libre de las Mujeres del 24 de octubre de ese año paraliza el país con la huelga de mujeres, seguida por el 90% de ellas. 25.000 personas se manifiestan en Reykjavik, la capital de un país con 220.000 habitantes. Como consta en el Archivo de Historia de las Mujeres del país nórdico, la idea de una huelga total de mujeres no era nueva y fue cuidadosamente organizada, consiguiendo el apoyo de sindicatos y medios de comunicación.
“Amaneció el 24 de octubre (…) El noventa por ciento de todas las mujeres del país dejó de trabajar. La comunidad quedó casi paralizada. Las guarderías estaban cerradas. Las escuelas primarias y secundarias estaban cerradas. Todas las grandes tiendas, las lecherías, se cerraron las fábricas de la industria pesquera y los teatros. El negocio se ralentizó. Las amas de casa abandonaron sus hogares y los maridos tuvieron que llevar a sus hijos pequeños a trabajar con ellas, o quedarse en casa. La cocina y otras tareas del hogar también estuvieron en manos de los hombres ese día”
(…)
“Este día resultó difícil para muchos hombres. Bancos, tiendas, talleres y oficinas abundaban con los niños. Algunos de los niños nunca antes habían visto el lugar de trabajo de su padre. Durante todo el día, los padres tenían completa responsabilidad por los niños. Algunos hombres todavía hablan del “viernes largo.” (6)
En esa fecha había solamente tres mujeres diputadas en Islandia. Cinco años después, en 1980, el país tenía la primera mujer presidenta en Europa y la primera jefa de Estado elegida democráticamente, Vigdis Finnbogadottir. Ocupó el cargo durante 16 años. Según ella misma explicó, nunca hubiera llegado a la presidencia de no haber sido por aquella huelga de mujeres, el día que “abrió los ojos de muchos hombres”. Aquella jornada islandesa será la inspiración directa de la campaña por la huelga del año 2000 y de la polaca Marta Lempart para llamar a sus compañeras, las “mujeres de negro”, a la huelga de octubre de 2016 y a los paros internacionales de mujeres entre 2017 y 2019.
Instrumentos jurídicos internacionales
Es en 1977 cuando la ONU reconoce como Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo. Desde esa fecha, a través de Naciones Unidas y sus agencias las mujeres han trabajado por su causa utilizando las herramientas jurídicas internacionales a su alcance. Así, en 1979 se aprueba la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), es el tratado internacional más amplio en la protección de los derechos de las mujeres. En 1993, la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres será el primer instrumento internacional en abordar explícitamente la violencia contra las mujeres. En 1995, es aprobada en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing.
Años 2000: la campaña por la huelga mundial de mujeres
El 8 de marzo de el año 2000 se lanzó la campaña Global Women’s Strike –precedente del Paro Internacional de Mujeres a partir de 2017–, teniendo muy presente el ejemplo de las islandesas. El lema fue “paremos el mundo para cambiarlo” y estuvo coordinada por la Campaña Internacional por un Salario para el Trabajo en el Hogar. El llamamiento fue recogido por el periódico digital Mujeres en Red:
“(…) Las mujeres trabajamos más duramente tanto en los trabajos tradicionales como en los no tradicionales. Incluso las mujeres con carreras profesionales hacemos malabarismos para responder a las despiadadas demandas del mercado y al mismo tiempo cubrir nuestras propias necesidades. Se espera de las mujeres que seamos flexibles, y se nos dice que debemos competir con los hombres y darle prioridad al trabajo por encima de l@s hij@s.
Las mujeres y las niñas merecemos una reducción de la sobrecarga de trabajo y un reconocimiento financiero por nuestra enorme contribución.” (7)
La lucha de las mujeres no es ajena al proceso de la globalización. En 2003, el movimiento feminista en Liberia, con Leymah Gbowee a la cabeza, consigue poner fin a 14 años de guerra. Dos años más tarde es elegida la primera presidenta electa en África, Ellen Johnson-Sirleaf, cargo que ocupó hasta 2018. En 2010 se crea ONU Mujeres, en 2013 la estudiante de 16 años pakistaní Malala Yousafzai, superviviente de un disparo en la cabeza y el cuello, pronuncia un histórico discurso en Naciones Unidas.
Somos la Cuarta Ola
En la segunda mitad de la década la afluencia masiva de las movilizaciones feministas en las calles de muchas ciudades del mundo es un hecho, de tal modo que medios de comunicación y militantes empiezan a hablar de una Cuarta Ola Feminista, esta vez global. Tenemos el precedente en nuestro país del Tren de la Libertad, una primera “marea violeta” que culminó en febrero de 2014 y que influyó significativamente en parar la contrarreforma del aborto. La idea de la huelga de mujeres se mantuvo viva los años siguientes, hasta que en octubre de 2016, dos jornadas casi simultáneas en Polonia y en Argentina obtuvieron mayor repercusión.
Llegamos a 2017 y a la Marcha Mundial de las Mujeres, organizada en Washington el 21 de enero de ese año, oponiéndose al nuevo presidente Donald Trump al día siguiente de su toma de posesión. La marcha fue respaldada en decenas de ciudades fuera del país, y según Associated Press hubo más de tres millones de manifestantes en total. Las dimensiones y la capacidad organizativa de lo ocurrido supusieron colaboraciones económicas que no pasaron desapercibidas. El New York Times apuntaba las conexiones entre los donantes de la Women’s March y el entorno del Partido Demócrata.
Para el 8 de marzo de ese 2017, el Paro Internacional de Mujeres ya estaba en marcha:
“A la huelga. El próximo 8 de marzo las mujeres del mundo están llamadas a parar en sus trabajos como respuesta a la violencia “social, legal, política, moral y verbal que experimentamos hoy las mujeres en distintas latitudes”, según la convocatoria del International Women’s Strike, Paro Internacional de Mujeres en español. Está en marcha en casi 30 países y es difícil predecir su alcance, si bien sus organizadoras se miran en la fuerza demostrada por movimientos civiles como el suyo, que fueron la raíz de la enorme Women’s March on Washington del 21 de enero, que reunió a más de 500.000 personas en la capital federal. O tres meses antes, de la huelga general de mujeres en Argentina del 19 de octubre de 2016, el llamado “miércoles negro˝ que llevó a decenas de miles de manifestantes al centro de Buenos Aires en respuesta a los feminicidios como el de Lucía Pérez: en los días previos, el 8 de octubre, el brutal asesinato tras cruentas torturas de esta muchacha de 16 años había conmocionado el país. Y solo un poco antes, el 3 de octubre, las “mujeres de negro” en Polonia habían obtenido un gran triunfo con su jornada de huelga al lograr impedir que el gobierno aprobara mayores penalizaciones sobre el aborto, en un país que ya tiene una de las leyes más restrictivas de Europa en este ámbito.” (8)
Ya entonces, en el debate público tras la marcha afloraron las divergencias en las posiciones regulacionistas de la prostitución frente a las abolicionistas, o las ideas acerca del uso del velo entre las mujeres musulmanas. Son aún tensiones que recogen los medios, si bien es evidente que el feminismo es desde sus orígenes abolicionista de la prostitución, entendida como una institución profundamente patriarcal y violenta. Es también muy clara la posición laicista del feminismo contemporáneo, o la crítica sin paliativos a la misoginia de la pornografía. Igualmente es básica en el feminismo la idea de la abolición del género, como construcción ideológica del sexo que moldea a las mujeres para su subordinación.
Ni en 2017, ni posteriormente, el Paro Internacional de Mujeres fijó posición sobre estos temas cruciales para la liberación de las mujeres en ningún documento. La organización de la jornada en España, pese a los titubeos iniciales, finalmente convirtió a nuestro país en uno de los mayores exponentes de la masificación de esta nueva ola.
A un lado y otro del mundo, con gran afluencia desde 2017, las mujeres se han echado a la calle frente a mandatarios conservadores. Klementyna Suchanow, periodista y escritora polaca, es una de las fundadoras de Strajk Kobiet, que significa Huelga de Mujeres, el movimiento iniciado como “autodefensa” frente al gobierno del partido Ley y Justicia. Ella es la autora de un libro sobre estos años, titulado “Esta es la guerra. Mujeres, fundamentalistas, nueva Edad Media”. En él explica cómo contactó por las redes sociales –un factor que parece tener un efecto importante en la difusión de las movilizaciones– con mujeres argentinas, rusas y coreanas:
“Comencé a entender que lo que sucede con los derechos de las mujeres es algo que sucede a una escala global (…) Para nosotras desde el principio estaba claro que estábamos en guerra. Pensábamos que éramos una especie de soldadas (…) Desde el principio fue un ambiente polaco-latinoamericano (…) Dependiendo de la región geográfica, la gente piensa que el PIM fue organizado por las argentinas o por las polacas. Es difícil que alguien pueda pensar que lo hicieron juntas”. (9)
Acerca de la oleada en América, las argentinas luchan en un país en el que hay una mujer asesinada cada 35 horas. Su consigna “Ni Una Menos, Vivas Nos Queremos” encontró réplica en Perú, México, Bolivia o Ecuador. En su agenda situaron en primera línea la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, lanzada el 28 de mayo de 2005 y conseguido en diciembre de 2020. Suya es la imagen del pañuelo verde, a la que los grupos religiosos han opuesto toda su beligerancia. Por su parte, en México la furia va en aumento y miles de mujeres se rebelan por el alarmante crecimiento del terrorismo machista, con más de 3.400 feminicidios en 2021, un promedio de 10 víctimas diarias. (10)
“No hay nada más práctico que una buena teoría”, dicen las filósofas feministas. A la vez que pelean palmo a palmo su derecho y su libertad, las mujeres han construido una sólida teoría política con el método de la sospecha, al aplicar las luces sobre aquello en lo que encuentran un desequilibrio entre los sexos en el desempeño de sus vidas y en sus aspiraciones. Aún hoy se hacinan en maquilas trabajadoras que cosen o hay niñas torturadas con matrimonios forzados. Algún puñado de mujeres seguirán desafiando a las armas en Kabul o en las avenidas de Teherán rechazarán la imposición del hiyab. A nuestro alrededor crecen las desigualdades y las jóvenes más vulnerables, sea por su situación familiar o económica, sea por causa de la violencia masculina, son presa fácil de la explotación laboral o sexual.
Desde sus orígenes, el 8 de marzo ha servido para que las organizaciones de mujeres, de las agrupaciones de los barrios a las Naciones Unidas, hagan sus campañas para avanzar en nuestros derechos. En la forja de las mujeres, todos los días son 8 de marzo.
NOTAS:
(1) J. S. PÉREZ GARZÓN, 2018. Historia del feminismo. Madrid, Catarata, pág 120. Léase el capítulo 5, págs. 119-148.
(2) Véase La Enciclopedia Shalvi/Hyman de Mujeres Judías, en el Jewish Women´s Archive: https://jwa.org/encyclopedia/article/shavelson-clara-lemlich
(3) SCHNEIDERMAN, Rose, 1912. Life and Labor. National Women’s Trade Union League. p. 288. El nombre “Pan y rosas” es también el de una agrupación trotskista de mujeres fundada en Argentina en 2003.
(4) Naciones Unidas: https://www.un.org/es/observances/womens-day/background
(5) Ibídem. Sobre estas revueltas, léase también: DE MIGUEL ÁLVAREZ Ana; PALOMO CERMEÑO, Eva, 2018. “De las revueltas de “pan y paz” a la política de organización y comunicación: las mujeres en la revolución rusa”. Historia y Comunicación Social, 23 (1), pp. 33-48.
(6) Else Mia EINARSDOTTIR y Gerdur STEINTHORSDOTTIR, 1977. “El día que los niños llegaron a las oficinas”. Scandinavian Review, 3, pp. 60-64. Else Mia Einarsdottir fue una de las organizadoras del Día Libre de la Mujer de 1975.
(7) Huelga Mundial de mujeres. 8 de marzo de 2000. https://www.mujeresenred.net/8marzo-sp-folleto-cast.htm
(8) DE BLAS, Ana, 2017. “8M: la huelga mundial de mujeres está en marcha”. https://artemisiarevista.wordpress.com/2017/02/13/8m-la-huelga-mundial-de-mujeres-esta-en-marcha/
(9) SUCHANOW, Klementyna, 2020. To jest wojna. Kobiety, fundamentalisci y nowe sredniowiecze. Varsovia, Ágora.
(10) BARRAGÁN, Almudena. “México cierra un año negro con más de 3.000 mujeres asesinadas”. El País (31/12/2021).