De niña violentada a mujer prostituida

Trauma

“La forma en que fui preparada para la prostitución –por llamarlo así– es siendo abusada sexualmente desde una edad muy temprana”.

Ally-Marie Diamond, 2022

 

Ally-Marie, Carol, Samira, Montserrat, Alika, Kamila, Sonia, Amelia: en el trabajo de Geoviolenciasexual, las voces de las supervivientes de la prostitución ocupan un lugar primordial. En la gran mayoría de sus historias de vida encontramos las huellas de la violencia sexual sufrida desde niñas. Sus experiencias nos llevan a buscar de qué modo la violencia sexual en la infancia y adolescencia es un factor de vulnerabilidad para la captación de las mujeres para la prostitución, y cuáles son los mecanismos psicosociales que lo explican. Recogemos las palabras de las supervivientes, consultamos a expertas en el campo de la psicología y publicamos el trabajo en vídeo “Lo que esconde la prostitución”, elaborado por voluntarias que colaboran con la Escuela Abolicionista Internacional, que nos dejan este mensaje: aprendamos cómo evitar que su historia se repita.

Historias de vida, cuestiones políticas

“Las putas se fabrican. He desarrollado este concepto al reflexionar sobre mi historia personal y también al darme cuenta de que las historias de las mujeres prostituidas tienen un punto en común. La pobreza puede ser un factor importante. Pero la violencia sexual sufrida en la infancia y adolescencia es también otro factor clave”, escribía Amelia Tiganus en esta misma página (Tiganus, 2021) (1). Hoy, la activista abolicionista y superviviente ha desarrollado su reflexión en “La revuelta de las putas”, el libro en el que da cuenta de cómo esta historia es una cuestión política.

La investigación psicosocial confirma las experiencias narradas por las supervivientes, acerca de la elevada correlación entre hechos traumáticos de tipo sexual vividos en la infancia y la vulnerabilidad frente a la explotación sexual. Kevin Lalor y Rosaleen McElvaney (2010) (2), de la Universidad Tecnológica de Dublín, exploran la literatura académica sobre el vínculo entre el abuso sexual infantil y la explotación sexual posterior. “La evidencia en todo el mundo indica que menores y adolescentes están en riesgo de depredadores, explotadores y oportunistas sexuales”: varones de su familia, vecinos o aquellos en quienes el niño o la niña confía, en la proporción más alta de casos. La mayor parte de los estudios reportan tasas de prevalencia por debajo del 10% para los niños, y entre el 10% y el 20% para las niñas. Según los autores, numerosos informes han destacado que las víctimas de abuso sexual infantil son vulnerables a la revictimización sexual posterior, y varios encontraron que la violación antes de los 16 años es un predictor significativo de prostitución en mujeres.

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El equipo de Prostitution Research & Education que encabeza Melissa Farley (Farley, 2003) (3) afirma que “el maltrato sistemático y recurrente generalmente precede al ingreso en el mundo de la prostitución”. En los resultados de su estudio de 2003 sobre una muestra de 854 personas en la prostitución en nueve países, el 63% había sufrido abuso sexual en la infancia, con un promedio de cuatro abusadores. Sintetizando con otros hallazgos de investigación y literatura clínica, Farley encuentra que entre el 65% y el 95% de las personas en situación de prostitución había sido objeto de abusos sexuales durante la infancia, y estima que la prevalencia real se acerca al 85%.

Ante esta realidad, la socióloga Rosa Cobo entiende que “la libertad y el consentimiento de las mujeres que llegan a la prostitución son reducidos, pues están limitados por la pobreza, la falta de recursos culturales, la escasa autonomía y en muchos casos por el abuso sexual en la infancia”. Realidades “inscritas en el marco de sociedades patriarcales en las que los varones tienen una posición de hegemonía sobre las mujeres” (Cobo, 2016) (4), continúa. Este es, en síntesis, el marco político desde el que el pensamiento feminista da sentido a estas correlaciones.

Riesgos y vulnerabilidades

“El haber sufrido algún tipo de violencia sexual en la infancia o adolescencia es uno de los factores que más constatado está empíricamente para la entrada en el sistema prostitucional”, confirma a Geoviolenciasexual la profesora asociada de la Universitat de les Illes Balears Beatriz Benavente, psicóloga clínica en la Fundación RANA (Red de Ayuda a Niños Abusados), desde la que trabaja con personas adultas que han sido víctimas de abuso sexual en su infancia.

Beatriz Benavente, Beatriz Benavente, psicóloga clínica en la Fundación RANA (Red de Ayuda a Niños Abusados).
Beatriz Benavente, psicóloga clínica en la Fundación RANA (Red de Ayuda a Niños Abusados).

Acerca de las consecuencias psicológicas de esta violencia sexual, la especialista indica que dependerán de un conjunto de factores: la capacidades y recursos propios de cada niño o niña para afrontar la situación; de si tiene con el agresor una relación cercana –si hay un sentimiento de traición de la confianza–. También dependerá de la frecuencia, si hay más de una persona agresora, si ha habido diferentes agresiones. E influye el tipo de agresión sexual: si han sido tocamientos, si ha habido penetración, si se ha ejercido violencia física. “Esto no significa que haya un abuso más grave que otro: cada quién va a vivir esa experiencia de una manera diferente”, explica la psicóloga. “Si es un vínculo muy cercano, aunque el abuso sea leve las consecuencias pueden ser más graves que una situación con un desconocido quizá más violenta”, indica. Según la especialista, también influye qué respuesta se tuvo del entorno: “No es lo mismo que la familia al enterarse se haya separado del abusador y haya protegido al menor o no, o que hay tenido algún tipo de atención psicológica. Ocurre con frecuencia que la víctima se queda callada y pasen años antes de que salga a la luz, y cuando sale no es creída; hay familias que hasta culpabilizan al menor. Todos esos factores hay que tenerlos en cuenta”.

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La catedrática de Metodología de Investigación en Psicología Carmen Delgado, en su seminario con la Escuela Abolicionista Internacional (Delgado, 2022) (5), en el que aborda la prostitución como grave problema de salud pública y de derechos humanos, reconoce la aportación imprescindible de las supervivientes en cambiar la visión distorsionada de la realidad de la prostitución en el imaginario social. Para la docente e investigadora, ellas “han convertido el daño en una herramienta para trabajar por el bien de todas las mujeres y de la sociedad”. La académica sintetiza el perfil psicosocial de niñas-mujeres captadas/capturadas para el sistema prostitucional a través de factores de vulnerabilidad (de la persona) y factores de riesgo (del entorno). Entre las vulnerabilidades, que incrementan la “precariedad emocional” de las víctimas, menciona la violencia emocional, física y sexual sufrida en la infancia. Como factores de riesgo, que incrementan la probabilidad de captación, señala la pobreza, el desarraigo, la precariedad, la marginalidad o la exclusión.

 

 

Daño en la autoestima y sintomatología postraumática

“En un primer momento, la niña o el niño está viviendo una situación sexualizada que no está preparada para entender”, continúa Beatriz Benavente. “Irrumpe algo que no corresponde en ese momento y se interrumpe su desarrollo adecuado. Hay un desequilibrio que es la base del trauma”. A partir de ahí, la psicóloga explica diferentes reacciones ante el abuso reciente: niños que dejan de comer, que dejan de controlar esfínteres, que lloran continuamente, que tienen mucha angustia cuando que se les deja solos, o cuando queremos que vayan a casa de su agresor. Son indicadores que pueden alertar a los padres.

Dependiendo de varios factores como los mencionados, diferentes secuelas pueden aparecer más tarde o incluso en la edad adulta, a medio y largo plazo. “Se daña la autoestima. Puede aparecer una sintomatología postraumática: ansiedad, depresión, disociación, ideación o intentos de suicidio; hay un abanico amplio. No hay un síndrome post-abuso pero sí que se ha visto que se repite esta sintomatología”, continúa esta experta.

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Más expuestas a los explotadores sexuales

“Si me han dicho que yo me lo he buscado, que soy una puta porque mi abuelo o el vecino me han tocado, voy a crecer creyéndomelo. Y va a ser más fácil que ingrese a este mundo de la prostitución”, prosigue. Una niña que desde pequeña haya sufrido abusos, no se le haya creído e incluso haya sido culpabilizada, con su autoestima dañada, puede quedar expuesta a que los explotadores se acerquen a ella y le ofrezcan dinero por sexo y que termine accediendo.

¿Saben los explotadores sexuales cómo aprovechar esto? “Ellos saben quiénes son las niñas más vulnerables”, contesta la especialista, y recuerda cómo, en el caso de España, se ha visto cómo son captadas menores en el sistema de centros tutelados. Son niñas vulnerables porque han sufrido diferentes victimizaciones: malos tratos físicos, abusos sexuales–, los explotadores les ofrecen un entorno “protector”, una falsa familia. Incluso muchas veces se hacen llamar papi”, explica. “Entran en la explotación sexual aparentemente motu proprio, pero están siendo manipuladas y engañadas”, indica la psicóloga.

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Empezar a recordar

Chelo Álvarez Sanchís es terapeuta experta en violencia contra las mujeres y abusos sexuales a la infancia y adolescencia. Trabaja con mujeres prostituidas y también con menores, y forma parte de la junta directiva de la Asociación de Psicología y Psicoterapia Feminista (APPF). Desde Valencia, coincide en que los abusos sexuales en la infancia son un factor importante para caer en redes de prostitución. Esta especialista destaca cómo “muchas de las mujeres prostituidas no recuerdan el abuso sufrido en la infancia. Cuando empiezan terapia, trabajando desde el trauma, empiezan a recordar”, asegura. Desde su compromiso contra la violencia sexual, Chelo Álvarez colabora en impulsar una asociación estatal de mujeres exprostituidas –Las Independientes–, porque “las supervivientes tienen que abanderar todo esto”.

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Chelo Álvarez forma parte de la Junta directiva de la Asociación de Psicología y Psicoterapia Feminista (APPF).

“Un porcentaje muy alto de estos abusos son intrafamilliares, incluso algunas de ellas recuerdan a partir de las experiencias de sus hermanas o hermanos”, nos explica. “Esto produce consecuencias traumáticas muy graves, como la disociación”. Para decirlo en un lenguaje sencillo, “cuando una criatura comienza a ser abusada sexualmente, aprende a disociarse, es decir, intenta “separar” su cuerpo de su mente para no sufrir. Es una defensa de la mente y de las emociones para no tener dolor, y es terrible por las secuelas que conlleva. Me atrevería a decir que la sufren todas las mujeres explotadas sexualmente”, reflexiona. “También hay hombres que han sido niños abusados que acaban en prostitución, aunque mayoritariamente son mujeres”.

Falsas recompensas, amenazas veladas

Sonja Lamas Millán, psicóloga feminista, con experiencia terapéutica de dos décadas con mujeres que han sufrido violencia sexual a lo largo de su vida y docente en la Escuela Abolicionista Internacional, coincide en señalar que la gravedad de las consecuencias para la salud mental no depende de la violencia física: “En muchos casos el agresor utiliza recompensas que no alerten a esa menor de que lo que está pasando es algo malo”, explica. “A veces incluso no hay contacto físico, y el abuso consiste en exponer a las menores al exhibicionismo, o a imágenes pornográficas. Hasta que el abusador no tiene control con su víctima sexual, no suelen pasar al contacto”.

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Teniendo esto en mente, todas las secuelas van a ser negativas”, continúa. Cuando la víctima le empieza poner nombre a lo que le ha pasado, “emergen de forma automática dos respuestas: la culpa y la vergüenza, que están muy relacionadas con qué pensamos de las mujeres cuando sufren violencia. Esos dos mecanismos, si no recibe tratamiento, van a seguir manteniendo una desorganización”. Por ejemplo, explica, algunas adolescentes tienen comportamientos de mala resolución de conflictos: empiezan a delinquir, a tener actitudes agresivas, intentos autolíticos, consumo de alcohol. También puede llevarlas a tener conductas sexuales que no son sanas: sin protección, a demanda. “La chica sabe que algo no funciona, pero todavía no ha hecho la conexión”.

“Ellas nos cuentan, ya adultas, cómo tenían miedo de que el abusador hiciera explícitas las amenazas veladas: algo le va a pasar a tu madre, se va a enfadar muchísimo; han tenido miedo a que contarlo provocara la separación de los padres, o que al hermano mayor le echaran de casa; o miedo cuando el abusador es el dador económico de toda la familia. La perversidad del abuso sexual en la infancia y la adolescencia es bestial”, concluye.

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Invertir en investigación en España

Lamas Millán insiste en que “para poder tener datos certeros que nos permitan hacer planes de prevención, de detección y de intervención, es imprescindible investigar la explotación sexual en nuestro país, incluído el perfil de los prostituidores”. “La mayoría de las víctimas de abuso sexual en la infancia y la adolescencia no acaban siendo prostituidas, pero sí tenemos la hipótesis de que la mayoría de las mujeres en prostitución han sufrido esta violencia. Y esto último necesitaría ser confirmado con un macroestudio sobre el sistema prostitucional en España”.

Sonja Lamas Millán, psicoterapeuta con mujeres que han sufrido violencia sexual.
Sonja Lamas Millán, psicoterapeuta con mujeres que han sufrido violencia sexual.

En cuanto a la captación para la prostitución, “pueden activarse mecanismos que se traducen que sólo se va desenvolver en ambientes de violencia sexual. Porque su cuerpo ha sido un objeto de deseo con el que se ha sentido validada, no se da cuenta de que ha sido captada. La chica ha interiorizado que el hombre ejerce poder sobre ella, lo ve como normal”, explica.

Desde el feminismo, en estos momentos “tenemos que desmontar por qué mujeres que aparentemente viven en un entorno familiar estructurado, que tienen buenas vinculaciones, son captadas por el sistema prostitucional, por ejemplo al darse de alta en OnlyFans. Necesitamos investigaciones actualizadas sobre esto”.

Coeducación sexual

Chelo Álvarez señala la importancia preventiva de la coeducación sexual. “Debería estar presente en cada una de las etapas de nuestras hijas e hijos, desde la educación infantil. “Aprendiendo una sexualidad respetuosa, a poner límites, a distinguir entre el respeto y el abuso. Aprender a decir que no y a contarlo. Porque muchas criaturas no lo cuentan, no saben cómo hacerlo”.

Esta psicoterapeuta también señala el impacto negativo de la pornografía. “Estudios recientes nos hablan del visionado incluso desde los ocho años de edad. La pornografía es una escuela de violencia contra las mujeres. Por eso en Francia están viendo cómo controlar el acceso, y aquí deberíamos imitar esto”, apunta.

Pornografía y prostitución siempre van de la mano, los abusos sexuales a la infancia, también. Son una de las expresiones más duras del patriarcado. Como daño estructural, es algo transversal: implica a todo el Gobierno, a Sanidad, Educación, Justicia, y por supuesto Igualdad. Los datos nos dicen que uno de cada cinco menores es abusado sexualmente. No tenemos la cifra de cuántas víctimas son atrapadas por la prostitución. Debe haber una perspectiva feminista siempre en las intervenciones, para saber detectar y actuar. Mueven millones de euros y destrozan mujeres y criaturas”.


NOTAS:

(1) TIGANUS, Amelia (2021). “Nos necesitamos todas: hagamos la revuelta de las putas”. Geoviolenciasexual, 23/3/2021. https://geoviolenciasexual.com/nos-necesitamos-todas-hagamos-la-revuelta-de-las-putas/

(2) LALOR K., & McELVANEY, R. (2010). “Child Sexual Abuse, Links to Later Sexual Exploitation/High-Risk Sexual Behavior, and Prevention/Treatment Programs”. Trauma, Violence, & Abuse, 11(4), 159–177. https://doi.org/10.1177/1524838010378299

(3) FARLEY, Melissa, et Alt (2003). “Prostitución y Tráfico de Personas en Nueve Países. Un Estudio Reciente sobre Violencia y Trastorno de Estrés Postraumático”. https://www.prostitutionresearch.com/wp-content/uploads/2003/03/Prostitucion-in-9-Paises.pdf

(4) COBO, Rosa (2016). “Un ensayo sociológico sobre la prostitución”. Política y Sociedad, 910 Vol. 53, Núm. 3: 897-914. https://core.ac.uk/download/pdf/81230022.pdf

(5) DELGADO, Carmen (2022). Seminario Online “La violencia de la prostitución: efectos en la salud de las mujeres”, 1/12/2022. Disponible en: https://geoviolenciasexual.com/vuelve-a-ver-el-seminario-online-la-violencia-de-la-prostitucion-efectos-en-la-salud-de-las-mujeres/

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