Melissa Farley señala al putero: la prostitución legalizada normaliza la violencia sexual

“El hombre se desahoga sobre la mujer y paga dinero por ello”.

“A las mujeres se les arrancaban las uñas si no pagaban al proxeneta, les quitaban la droga o las golpeaban tanto que tenían que ser hospitalizadas…. Las mujeres tenían miedo y nunca decían nada”.

“La prostitución es una experiencia tan drástica para ellas y eso las cambia mucho. Creo que su experiencia con el lado malo más desagradable de los hombres quedará grabada en su psique”.

“La prostituta está bajo el control del proxeneta. Ella es su propiedad”.

“Ella fue forzada. Lo pude ver en su comportamiento: no tenía voluntad. Estaba allí como una máquina sexual. Aún así tuve sexo con ella porque pagué por ello”.

“Hubo uno (un proxeneta) que realmente golpeó a una de sus mujeres. Muy fuerte. Con el puño dos o tres veces en la cara y la lanzó contra la pared”.

Estas son algunas frases de los compradores de sexo, los puteros, cuando describen la prostitución, recogidas en el último informe internacional presentado por la doctora Melissa Farley. ¿Qué nos enseñan sobre el fracaso de la prostitución legal? Este es el eje de la investigación que acaban de presentar la directora de Prostitution Research & Education (PRE) y el equipo que ha colaborado en este estudio multipaís, titulado Los hombres que pagan por sexo en Alemania y lo que nos enseñan sobre el fracaso del modelo de prostitución legal: un informe de seis países sobre el comercio sexual desde la perspectiva de los puteros que son socialmente invisibles”.

¿Tiene la legalización algún efecto positivo para las mujeres prostituidas o para la sociedad? El estudio revela un rotundo fracaso de la prostitución legalizada, como institución que normaliza la violencia sexual contra las mujeres. El informe plantea algunas cuestiones clave acerca de las consecuencias de la prostitución regularizada para la seguridad de las mujeres en prostitución, para la incidencia de la trata, para el control del crimen organizado y para la violencia sexual en una sociedad. El resultado es el fruto de una investigación en seis países: Alemania, Camboya, EE.UU., Escocia, Reino Unido e India; con entrevistas presenciales a 763 compradores de sexo, incluyendo a 96 puteros en Alemania, país emblemático del modelo de prostitución legal.

La presentación del informe a la prensa en Berlín contó con la presencia de Amelia Tiganus, nacida en Rumanía y residente en España, como experta en violencia sexual y superviviente del sistema prostitucional. Para el 9 de noviembre, patrocinada por PRE y SPACE International –una organización de supervivientes–, está anunciada una Conferencia con ella y otras voces protagonistas del movimiento de las supervivientes por la abolición de la prostitución, con las que la doctora Farley colabora activamente: entre ellas, la argentina Alika Kinan, la irlandesa Rachel Moran o la alemana Huschke Mau.

El estudio revela un rotundo fracaso de la prostitución legalizada, como institución que normaliza la violencia sexual contra las mujeres

Las conclusiones: prostitución, pornografía y masculinidad hostil se alimentan mutuamente

En síntesis, las principales aportaciones de este trabajo internacional de investigación social son:

  • ¿Se asocia la compra de sexo con la coerción sexual, incluida la violación? Sí. Los hombres de los seis países que declararon tener mayores tasas de compra de sexo también declararon haber cometido un número significativamente mayor de actos de coerción sexual, incluida la violación.
  • Según reconocen los propios puteros, los proxenetas en Alemania cometen habitualmente actos violentos que se ajustan a las definiciones internacionales de tortura. El 55% de los compradores de sexo alemanes admitieron haber observado o pagado a un proxeneta o tratante.
  • Los prostituidores o compradores de sexo muy raramente denuncian, incluso reconociendo haber sido testigos o tener sospechas de trata sexual: solo el 1% de los entrevistados alemanes había denunciado.
  • Estos hombres sí son conscientes del daño psicológico que causa la prostitución en las mujeres. Describen con precisión los síntomas de la disociación –“a veces notas que no lo hacen voluntariamente, parecen ausentes”; “El dinero excluye la posibilidad de que sea voluntario”–.
  • Los puteros son racistas: en todos los países estudiados, la mitad seleccionaron a las mujeres sobre la base de estereotipos raciales o étnicos, utilizando una jerarquía según los rasgos o el color de piel de las mujeres.
  • Una amplia mayoría (77%), en los seis países, declaran preferir sexo impersonal. Este es uno de los factores predictivos de la agresión sexual. Los puteros declararon que podrían violar a una mujer si ello no tuviera consecuencias, y admitieron tener un historial de actos de coerción sexual.
  • Tienden a tener falta de empatía, lo que es un antecedente para deshumanizar a las mujeres y también facilita la agresión sexual.
  • Cuanto más aceptan los mitos (nociones falsas que justifican) de la prostitución, más probable es que también acepten los mitos que justifican la violación. De nuevo, esto está asociado a la agresión sexual. Por tanto: en lugar del falso prejuicio extendido de que la prostitución disminuye las violaciones, los resultados del estudio sugieren que es probable que ocurra lo contrario. Los compradores de sexo de los seis países analizados obtuvieron las puntuaciones más altas en la medida de identificación masculina hostil de las investigadoras.
  • El 39% de los puteros alemanes –con más frecuencia que en el resto de los países del estudio– se sentían con derecho a hacer lo que quisieran con una mujer después de pagar por ella.
  • La pornografía influye sobre el comportamiento violento de los prostituidores. En los seis países los puteros que declararon un uso frecuente del porno tendían a comprar sexo con más frecuencia y también tienden a los que tienen un comportamiento sexual más violento, incluida la violación.
  • Los compradores de sexo tienden a cometer delitos fuera de la prostitución con más frecuencia.
  • Los puteros declararon que ser incluidos en un registro de delincuentes sería disuasorio para su demanda de prostitución, como también lo serían la exposición pública y la cárcel. Lo menos disuasorio para ellos son los programas educativos.

En definitiva, como recoge el informe: “Basándonos en estos resultados de nuestra investigación, concluimos que la prostitución legal no hace que la prostitución sea más segura, no disminuye la violencia contra las mujeres prostituidas, no reduce la trata con fines de explotación en la prostitución y otras formas de explotación sexual, ni el control del crimen organizado sobre el la industria del sexo. Es poco probable que los compradores de sexo denuncien la trata. La prostitución legal no previene ni reduce las violaciones”.

El foco de las investigaciones, de las víctimas a los prostituidores

En 2003, Prostitution Research & Education y otros socios publicaron un importante estudio internacional sobre nueve países, para el que entrevistaron a 854 personas prostituidas, en su mayoría mujeres. Sus hallazgos son aún hoy una referencia empírica importante que evidencia cómo la prostitución es una experiencia politraumática: el 71% fue agredida físicamente en la prostitución; el 63% fue violada; el 89% quería escapar de la prostitución pero no tenía otras opciones para sobrevivir; el 75% había estado sin hogar en algún momento de su vida; el 68% cumplía los criterios para un diagnóstico de TEPT. Todos estos hallazgos contribuyeron a contradecir con datos los mitos comunes sobre la prostitución, como el de la “libre elección”, y a mostrar que la legalización no disminuye el daño.

En años sucesivos, Farley y las investigadoras sociales cambiaron el enfoque hacia el demandante de prostitución, para conocer más sobre las raíces de la violencia perpetrada por los hombres en el sistema prostitucional. De ahí el “aprender de los puteros” que anima este informe. Este nuevo enfoque ha sido importante, dado que la mayor parte de los estudios se han centrado en las víctimas o en las políticas públicas, y no tanto en los compradores de sexo, “que son la fuerza motriz de la institución de la prostitución”, afirman. “Una vez eliminado el camuflaje, la prostitución se describe con mayor precisión como violación pagada, o esclavitud voluntaria, o sexo no deseado, o la elección que no es una elección”, señalan las autoras.

“El lenguaje abstracto no permite entender qué es exactamente la prostitución. El lenguaje crudo es necesario para saber aunque sea un poco sobre la prostitución”, explica el documento, cuyos resultados sobre la situación en Alemania son muy expresivos. En este país, la prostitución fue legalizada como “una forma de trabajo” en 2002, de modo que el Estado alemán pasó a ser un Estado proxeneta a través de los impuestos. El proxenetismo pasó a ser legal de la noche a la mañana: desde entonces, voces de la sociedad civil alemana se levantan contra el “infierno en la Tierra” –como lo califica la doctora experta en psicología del trauma Ingeborg Kraus– que ha provocado esta legitimación legal y social. El desastre fue tal que en 2017 se introdujeron cambios, orientados en principio a proteger los derechos de las mujeres en la prostitución, que también han fracasado. “Un Estado que acepta y grava la prostitución como modelo de negocio tiene dificultades para rechazar legalmente la violación”, afirma el estudio.

“Una vez eliminado el camuflaje, la prostitución se describe con mayor precisión como violación pagada”

Melissa Farley, una figura clave en la investigación feminista

Melissa Farley (Estados Unidos, 1942)  ha ejercido como psicóloga clínica durante 50 años. Sus investigaciones y estudios sobre la prostitución, la pornografía y la violencia sexual son una cita obligada de académicas de varias generaciones. Ha escrito más de 40 artículos revisados ​​por pares sobre prostitución y trata, y dos libros: Prostitución, tráfico y estrés traumático (2004) y Prostitución y Tráfico en Nevada: haciendo las conexiones (2007). Ha trabajado para Naciones Unidas, gobiernos y universidades de distintos países. Melissa Farley es fundadora y directora de Prostitution Research and Education (PRE), una organización sin fines de lucro que realiza investigaciones sobre prostitución, pornografía y trata y ofrece educación y consulta a investigadores, supervivientes, el público y los legisladores. El objetivo de PRE es abolir la institución de la prostitución y, al mismo tiempo, abogar por alternativas a la trata y la prostitución, incluida la atención médica emocional y física para las mujeres en la prostitución. Las raíces de la prostitución están en la suposición de que los hombres tienen derecho a comprar mujeres por sexo, en el racismo y en la pobreza de las mujeres. La web del PRE contabiliza aproximadamente 40.000 páginas vistas al mes.


El informe completo, en pdf:


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