Kajsa Ekis Ekman: “Los puteros dicen que solo la cárcel los disuadiría de comprar sexo”

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Hace 17 años, la periodista Kajsa Ekis Ekman (Estocolmo, Suecia, 1980) compartía piso con una mujer en prostitución en Barcelona. Su compañera, usada sexualmente por los hombres de este país, murió y fue enterrada en una fosa común. Desde entonces Ekman se ha convertido en una de las autoras de referencia del abolicionismo internacional. En su libro “El ser y la mercancía” (2013) relaciona la industria de la prostitución y la de los vientres de alquiler, y cómo ambas mercantilizan los cuerpos de las mujeres. La entrevistamos en Madrid, en un encuentro para impulsar la ley abolicionista en España.

 

– ¿Hay relación entre la normalización de la prostitución y la pornografía y el aumento de la violencia sexual?

– La prostitución es violencia sexual. En octubre se publicó el estudio más amplio del putero en seis países, coordinado por Melissa Farley, que demuestra que en todos los países en los que hay puteros tienen una tendencia a cometer más delitos sexuales contra la mujer en general, como abuso, violación o acoso sexual. Sí que tiene una relación. Además, ese estudio nos da otro resultado muy importante: que los propios puteros dicen que solo la cárcel los disuadiría de comprar sexo. Lo dice el 87%. Ellos saben que la prostitución está mal. Reconocen que saben que hay proxenetas detrás, que la mujer tiene moratones, que ella hace todo lo que le dice su proxeneta, si el “cliente” no se queda contento se pone violento… ellos saben todo eso y aun así eligen comprar sexo. Yo creo que el modelo de reeducación, de impartirles talleres, ya caducó. En Suecia lo intentamos: por treinta años, antes de la ley, ya sabíamos que la prostitución era un problema social. Se hacían campañas mediáticas, anuncios en el metro del tipo “porque tú compras, existe la prostitución”. Los hombres seguían comprando igual. Hay que tocarles donde les duele: en el ego. Si, por ejemplo, la esposa va a recibir una carta de la policía en casa con la multa por putero, o los colegas del trabajo se enteran, o si un hombre famoso por ser putero deja de aparecer en la tele. Es lo que de verdad cuenta, no la conciencia, porque no la tienen.

“En todos los países en los que hay puteros tienen una tendencia a cometer más delitos sexuales contra la mujer”

– ¿Por qué hay que sancionar al demandante de prostitución, al putero?

– Lo más importante es sancionar al putero: la prostitución es el único crimen sexual donde hay impunidad total, es el único que es legal. Violación o acoso son ilegales; si violas y pagas, de repente es legal. Eso es un hueco en la ley.  Ante el proyecto de ley que se tramita actualmente en el Congreso, la organización de estas jornadas en España ha querido poner el foco en la necesidad de esa sanción al putero, precisamente porque esta es la parte más discutida. Lo que preocupa es que la propuesta legislativa parece parada, y es posible que el lobby proxeneta esté poniendo presión en contra de ella. Hay que hablar del tema y llevarlo a la actualidad. Sancionar a los proxenetas no es suficiente, la mayoría de los países lo hacen y no resulta.

– ¿Cuál es actualmente la situación de la prostitución en su país, pionero del modelo nórdico?

– Hace pocos meses se han endurecido las sanciones. Antes eran solo multas, ahora el mínimo es un año de cárcel. Si no hay condenas previas esto se traduce de nuevo en multa, pero sí se espera que las penas sean más duras si cometen el crimen dos veces o más, entonces sí pueden acabar en la cárcel. Es así porque hemos visto que a algunos de estos agresores sexuales, a algunos puteros, no les importa pagar una multa, y no les importa tampoco que lleguen muchas de esas cartas. Por eso creo que es muy importante poner una sanción más dura. No es que la prostitución haya desaparecido en Suecia, lo que sí ha desaparecido es la industria del sexo. No tenemos La Jonquera. No tenemos prostíbulos, clubes. Obviamente va a haber prostitución, porque la industria del sexo siempre trata de evitar llamarse así.

“La prostitución es el único crimen sexual donde hay impunidad total”

– ¿Hay una transformación para captar mujeres jóvenes?

– Actualmente tenemos un problema con OnlyFans. No podemos prohibirlo, porque se supone que “no es sexo”, que es digital, pero a través de ello la industria trata de conseguir un nuevo grupo de “chicas de clase media”. Antes las chicas que entraban en prostitución eran extranjeras, muy empobrecidas, racializadas, o chicas suecas que habían sido violadas en la infancia. A través de OnlyFans la industria del sexo está tratando de dar entrada a la joven que estudia y tiene buenas notas, que no ha sido abusada, que no ha tenido esos problemas, para que ella lo vea como una forma de tener fama y éxito. No todas llegan después a ser víctimas de la prostitución, pero sí que esto normaliza la estructura en la que la mujer es un objeto sexual y el hombre compra. Cuando ellas hablan de OnlyFans en la televisión y de lo que ganan, otras chicas quieren entrar, y algunas quedan endeudadas. Normalizada esa estructura, se normaliza la prostitución en sí, que es un paso más. Es una relación sexual donde es el deseo del hombre el que decide, y donde el cuerpo de la mujer es la mercancía.

“A través de OnlyFans la industria del sexo está tratando de dar entrada a la joven que estudia y tiene buenas notas”

– La llamada “descriminalización” del sistema prostitucional avanza en países como Sudáfrica. ¿Qué estrategias tiene el abolicionismo internacional para enfrentarse a este modelo?

– Lo más triste es que en Sudáfrica se han negado a escuchar a las supervivientes, que allí tienen una voz muy fuerte, es el caso de mujeres como Mickey Meiji. Es importante ahora escucharlas: cuando yo empecé a hablar de esto no estaba la voz de las supervivientes. El movimiento regulacionista hablaba mucho de “escuchar a las trabajadoras del sexo” y hace diez años, cuando empezó a oírse a las supervivientes, el regulacionismo se calló. Las supervivientes tienen mucho que contar, pero a veces no se las escucha. Se las silencia porque son una voz poderosa.

Kajsa Ekis Ekman (dcha.) junto a Asunción Miura, de la CIMTM, durante la conferencia en Madrid, el pasado 31 de enero (foto: CIMTM).
Kajsa Ekis Ekman (dcha.) junto a Asunción Miura, de la CIMTM, durante la conferencia en Madrid, el pasado 31 de enero (foto: CIMTM).

Un encuentro en defensa del modelo abolicionista

“No se pueden imaginar el movimiento que hay de proxenetas para parar este proyecto de ley”, afirma Asunción Miura, de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres (CIMTM), entidad organizadora de las conferencias de Kajsa Ekis Ekman en Madrid y en Sevilla. Al término de la jornada madrileña, durante la ronda de preguntas del público en la sala –mayoritariamente favorable a las tesis feministas, a juzgar por el volumen de aplausos– la escritora y periodista contesta también a las preguntas de un grupo de mujeres que se presentan como “trabajadoras sexuales”. “He hablado con más de cien personas en prostitución, he convivido con algunas que no han sobrevivido. Conozco muy bien este mundo”, afirma la periodista. Kajsa Ekis Ekman ha investigado también a los supuestos “sindicatos” en varios países, tras los cuales no había “trabajadoras sexuales” organizadas de forma autónoma, sino entidades controladas por los proxenetas.

Respecto al llamado modelo neozelandés, que se defiende desde el regulacionismo como la alternativa, añade: “Cuando empecé a trabajar en esto hace 17 años se hablaba de Holanda como el modelo fantástico, también de Alemania. Ya no se habla de Holanda y Alemania porque podemos ver con nuestros propios ojos que no ha funcionado. De repente, se empieza a hablar de Nueva Zelanda, porque está tan lejos que nadie puede ir a verificarlo. Afortunadamente, hemos tenido a representantes de las supervivientes, también de Nueva Zelanda, que han podido decir que no ha funcionado. Hasta personas que trabajaron por la legalización de la prostitución –lo llaman “descriminalización” y de hecho, es lo mismo– lo dicen. Lo que pasó es que hubo tal inflación de prostitución que los prostíbulos empezaron a ofrecer sexo gratis”.

“Las supervivientes tienen mucho que contar, pero a veces no se las escucha. Se las silencia porque son una voz poderosa”

Antecediendo al actual movimiento de las supervivientes, la ley abolicionista en Suecia –vigente desde 1999– se consiguió tras un estudio de tres años con testimonios de las mujeres prostituidas. Tal como explica Ekman, si se busca “putero”, incluso en varios idiomas en un navegador, aparecen imágenes de piernas, tacones, cuerpos de mujeres sin rostro. No salen los puteros. Para la escritora sueca, esas imágenes son reveladoras del subconsciente colectivo, donde la prostitución es el cuerpo troceado de la prostituta, y el hombre está siempre fuera de la ecuación. Sin embargo, si se busca la palabra en idioma sueco, sí aparecen ellos y la prostitución como un problema. De modo que tras décadas de modelo abolicionista, en su país “el estigma se ha trasladado de ser puta a ser putero”, reflexiona. La prostitución –añade–, en la intersección entre patriarcado, capitalismo y colonialismo, está atravesada de desigualdades: por edad, sexo, situación económica, país de origen, situación social, color de piel, vivir controlada frente a vivir con libertad de elección. “El modelo prostituidor es muy patriarcal, se basa en la idea que una mujer nunca va querer sexo si no es por dinero”. “La prostitución es la cara visible del crimen sexual”, concluye.

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