Melissa Farley: “En España el movimiento feminista ha puesto en la agenda política la abolición de la prostitución”

Me sorprende que de todos los medios de comunicación que me entrevistaron, periódicos, canales de televisión y radio, ningún periodista fijara su atención en una de las ponentes más destacadas de “Avances y retos de futuro en la lucha contra la explotación sexual”, la conferencia global celebrada el 4 y 5 de febrero pasado en Madrid. Melissa Farley (Estados Unidos, 1942) es una institución en la academia feminista y ejerce de psicóloga clínica desde hace más de 45 años. Sus investigaciones y estudios sobre la prostitución, la pornografía y la violencia sexual son una cita obligada de académicas de varias generaciones que teorizan sobre estos temas. Tiene más de 50 publicaciones y ha trabajado para Naciones Unidas, gobiernos y universidades de distintos países. Es fundadora y directora de la organización Prostitution Research and Education, en San Francisco, donde reside. Su trabajo y activismo político le apasionan. Ahora mismo está culminando un estudio sobre prostitución en Alemania.

Conectamos instantáneamente Melissa y yo. Durante toda la entrevista me transmitió su apoyo al movimiento feminista español, en su afán por poner en la agenda política la abolición de la prostitución como un tema impostergable.

Usted ha publicado uno de los estudios más importantes a nivel global sobre la prostitución. ¿Cómo ve hoy la situación de la prostitución en la era neoliberal?

¡Esa es una pregunta muy importante! El estudio se realizó hace casi 20 años ya. Los proxenetas no son estúpidos, los “empresarios y empresarias del comercio sexual” tienden a estar uno, dos o tres pasos por delante de nosotras a nivel tecnológico y en términos de sus habilidades para vender mujeres a escala masiva.

Hace 20 años la mayor parte de la prostitución se daba en bares y en la calle, además de las escorts, cuyo contacto se establecía por teléfono. Ahora el 90% de la prostitución es online y, como sabemos, hoy puedes “alquilar” una mujer por internet como quien alquila un coche. “Soy un demandante de prostitución, voy a una conferencia por motivos de trabajo, me quedo en un hotel, quiero alquilar un coche y… ¡Oh! Quiero una mujer para cuatro días. Quiero que tenga estas características y que esté ahí cuando yo llegue”. Todo se hace online ahora. Y todo está interconectado: no hay pornografía por aquí, sexo telefónico por allí… Son empresarios, tienen interés en el dinero y son muy buenos para tener al alcance de los hombres la prostitución y la pornografía con la última tecnología.

Algunas de las personas en el comercio sexual formaron parte de los inicios de internet, fueron los primeros en usar la tecnología (lo cual me dio una apreciación de sus habilidades técnicas). Es una cosa muy seria. Ahora existen cosas como Snapchat, donde tienes pruebas de trata de mujeres que desaparecen en segundos. No recuerdo el nombre de uno de los fundadores de Snapchat que es un proxeneta y un putero. Tiene actitudes terribles con las mujeres, es muy sexista. Ha cambiado tecnológicamente la prostitución pero sus consecuencias siguen siendo las mismas para las mujeres, mientras que el modelo de negocio está creciendo como cualquier otro negocio. Es más global en un planeta pequeño, en el que todas las mujeres somos vecinas.

¿Cree que si no frenamos al lobby proxeneta tendremos un apartheid de género?

Es una expresión muy potente, yo estoy de acuerdo. Eso es lo que quiere el lobby proxeneta, está creando una clase de mujeres disponibles para los hombres: jóvenes, pobres, a menudo étnicamente marginadas, mujeres desechables y accesibles para su venta. Una ministra sueca de Igualdad de Suecia, Margareta Winberg, dijo algo que yo he citado durante 20 años: ¿Crees que deberíamos apartar una clase especial de mujeres para su venta? No. Ninguna cultura civilizada hace eso. Porque son las mujeres más vulnerables, en términos de pobreza, sexo y origen étnico. Acabamos de entrevistar a puteros en Alemania y teníamos una lista muy larga. Les preguntábamos: “¿Eliges a las mujeres por su nacionalidad?”. Austriacas, alemanas, rumanas, checas, polacas, húngaras, escandinavas… Y casi siempre seleccionaban a las mujeres rumanas. Creo que a los puteros les gusta la vulnerabilidad. Un hombre español que entrevisté hace muchos años, un putero muy adinerado y abogado que había venido a una de nuestras entrevistas, le preguntamos si elegía o no a las mujeres por su nacionalidad o si buscaba cierta expresión facial concreta. Y dijo: “Sí, busco una expresión facial concreta”. Normalmente, estos hombres dicen: “Quiero una mirada amigable”, pero este hombre no decía eso. Decía: “Hmmm… Supongo que es algo en los ojos…”. Y yo le dije: “¿Qué algo en los ojos?”. Entonces paró y le insistí. Y finalmente respondió: “Una mirada perdida”. Es decir, quieren mujeres sin recursos y que estén tan traumatizadas que tengan que disociarse. Ese era el tipo de mujer que buscaba.

¿Considera que los hombres actúan así como una reacción patriarcal ante la pérdida de privilegios?

Voy a decir una cosa que quizás no sea políticamente correcta: no todos los puteros son iguales. Vienen de lugares distintos, tienen sus propias inseguridades… algunos son simplemente impacientes: “Mi novia no quiere practicar sexo anal esta noche, entonces lo pago”. Así de simple. Otros quieren una “novia” o “novia falsa”, situación terriblemente dura para las mujeres en prostitución. Es peor que ir a la parte trasera de un coche y hacer una mamada de 30 segundos, según lo que he aprendido de las propias mujeres en prostitución. La necesidad de fingir las emociones durante 30 o 45 minutos es agotadora, además de todo lo que le está pasando a tu cuerpo.

Por qué lo hacen o qué quieren es una gran pregunta y podríamos hablar de ello durante horas.

¿Cuáles son las características principales de los puteros según sus estudios?

Hemos entrevistado a más de 700 puteros en cinco países con culturas muy diferentes: Camboya, Estados Unidos, Reino Unido, India y Escocia. El año que viene también estaremos reportando desde Alemania. Lo que hemos encontrado es que no todos los hombres pagan por sexo. Tenemos que reconocer este hecho. Algunos hombres son nuestros amigos y algunas mujeres no lo son. Olvidémonos del “eres mujer, está bien; y tú eres hombre…”. No. Se trata de lo que piensan aquí (se señala la cabeza) y aquí (se señala el corazón). De los que sí que pagan, lo que sabemos es que les gusta el sexo impersonal o sin compromiso, no buscan el afecto mutuo ni la igualdad real. La mayoría no quiere intimidad, quieren un “polvo rápido” y ya está. Como la girlfriend experience, que saben perfectamente que es falsa, pero pretenden que no, se mienten a sí mismos y luego acosan a la mujer si actúa fuera de sus normas, lo cual lo convierte en algo muy peligroso para ella.

El putero tiene una empatía muy baja en comparación con otros hombres. De los pocos que he entrevistado y dijeron “fui a una mujer en prostitución y no lo pude volver a hacer después”. En esos casos queremos oír su historia: ¿qué les hizo parar? Y dos de ellos me dijeron: “porque la miré a los ojos y vi el dolor del abuso en su mirada”. No habían puesto esa barrera con ellas, tenían cierta empatía. Hasta el punto de que podían leer su dolor y humanizarla. Porque en el momento en el que la conviertes en un ser humano: ¡no puede hacerle eso! Es como la tortura, como en el nazismo o cualquier otro tipo de situación de guerra: para poder hacerle algo así a un ser humano, tienes que cosificarlo, convertirlo en un objeto. O algo peor, como con las mujeres, convertirlas en esas palabras horrorosas: “puta”, “zorra”, “agujero”… Un “otro” degradado, que “no soy yo, porque el putero es un ser humano”. Como se hace con las personas de distinto origen étnico, hay un racismo horroroso, solo que si se hace con las mujeres es sexismo.

Hay también una identificación tóxica con la masculinidad en estos hombres: se definen como hombres en base a la paranoia en torno a las mujeres. Los puteros no confían en las mujeres, según lo que hemos investigado. Definen su masculinidad en base al poder que tienen sobre las mujeres y la necesidad de mantenerlas a raya.

También nos han dicho que son más propensos a violar a cualquier mujer si pudieran salirse con la suya y nunca pagar por ello. Tenemos preguntas geniales como psicólogas en las que no les preguntamos directamente si violarían a alguien. Lo hacemos de otra manera, pero los puteros nos dicen que sí en mayor proporción que los que no pagan por sexo. Y es interesante porque también son más propensos a ser detenidos o a tener problemas con la ley por un montón de razones, desde conducir ebrio, venta de drogas, hasta agresiones a mujeres. Y esto no me lo esperaba pero son características que vemos en la investigación.

¿Cree entonces que a las mujeres que no están en prostitución les afecta su relación con los prostituidores o puteros?

¡Claro! Afecta a todas las mujeres de muchas maneras. Si un hombre puede comprar el acceso al cuerpo de una mujer, eso significa que las mujeres prostituidas están en la parte baja del sistema patriarcal y el resto de mujeres puede que no estén tan al fondo en términos de daños físicos, trauma, estigma, etc. Pero tampoco estamos en una posición de igualdad con los hombres. Mientras exista la prostitución no hay igualdad posible. Y ya está. Esa es la perspectiva más amplia. Pero en la corta, los hombres practican con las mujeres prostituidas lo que van a hacer con sus novias y mujeres. Ellos mismos me lo dicen. Y eso hace daño a todas las mujeres.

Algunas mujeres se dicen a sí mismas muchas veces: “A ella la trata de una manera, pero yo soy su novia o su mujer”. Y se está mintiendo a sí misma. Si cree que la está tratando de forma diferente, en la mente del putero no es así. Se engaña a sí misma, quizás porque él la amenaza o por el control económico que tiene también sobre ella, no solo sobre las mujeres en prostitución; puede que esté asustada, que pierda a sus hijos… Quiero decir, necesitamos construir más vínculos entre mujeres en prostitución y mujeres que no están en prostitución para entender que somos todas iguales.

Nunca entendí, por ejemplo, cuando una mujer dice que eso nunca le pasaría a ella. La última gran discusión que tuve en una conferencia fue con una mujer que trabajaba en una ONG como voluntaria y me dijo: “Bueno, Melissa, tú dices que es una cuestión económica, que hay sexismo y racismo… pero yo tengo dos hijas y ellas nunca harían algo así”. Y yo me enfadé mucho porque además trabajaba con supervivientes. ¿Qué quiere decir eso? ¿Que “mis hijas son especiales”? La implicación y el juicio moral eran espantoso. No, somos todas iguales. Algunas simplemente son algo más vulnerables pero yo podría ser así de vulnerable en cualquier momento. Incluso ella misma, pero no entendía eso.

En su intervención en esta conferencia internacional celebrada en Madrid, enfatizó sobre la importancia de la reparación y la atención por parte del Estado a las mujeres supervivientes de prostitución. ¿Cómo deberían ser?

Una buena amiga mía que dirige una agencia en Estados Unidos para mujeres supervivientes de prostitución se enfada con las abolicionistas que se centran en acabar con la demanda. Y lo que Fiona Broadfoot (una superviviente) me dijo ayer fue que el slogan de acabar con la demanda pone de nuevo a los hombres primero. Como siempre. Y esa es una observación brillante.

Y lo que dice mi compañera Margaret Baldwin, de Florida, es que necesitamos darle la vuelta al modelo nórdico. Primero, damos servicios a las supervivientes para que puedan salir de la prostitución. El lobby proxeneta nos critica por aceptar dinero con el objetivo de arrestar a los demandantes y que esto les quita dinero y comida de las bocas a mujeres en prostitución y sus familias. Ese es un argumento de mierda pero tiene algo de verdad. Las mujeres dependen de ese dinero para su alojamiento cuando hace mucho frío fuera, para comprar ropa para su hijos, etc. Así que si vamos a decir “acabemos con la demanda”, será mejor que, al mismo tiempo, estemos pidiendo servicios, apoyo y recursos económicos para las supervivientes. Y no hay ningún país que sea bueno en eso, incluida nuestra querida Suecia. Nadie pone suficiente dinero para las supervivientes. Vednita Carter, otra superviviente, es una de las primeras que me habló de ello. Es una persona muy cálida pero se pone furiosa con este tema. Cuando pedimos acabar con la demanda y no estamos buscando dinero, financiación y apoyo para las supervivientes. Así que tenemos que decir ambas cosas con la misma importancia, o incluso más, porque si las supervivientes tuvieran opciones no estarían siendo prostituidas.

En España, algunos datos cifran en 5 millones de euros al día los beneficios de la prostitución, que se han incluido en el PIB del país. ¿Cree que se podría usar ese dinero con las supervivientes?

No, no podemos usar ese dinero. Pero podemos decir que esos cinco millones de euros al día son prueba más que suficiente del daño que se está perpetrando con vidas humanas. Prueba lo extendido que está el daño.

No queremos incluir esto en el PIB ni queremos pedir impuestos por ello, porque estaríamos legitimando el proxenetismo como un negocio. Así que necesitamos buscar otras formas de gastar nuestro dinero, en España y en Estados Unidos. Es todo un reto porque en el nivel más alto de los puestos de gobierno, las mujeres en prostitución no son consideradas personas lo suficientemente importantes como para salvar sus vidas ofreciéndoles alojamiento o formación laboral. Pero es extremadamente importante este punto.

No es una buena idea porque además es lo que reclaman los propios demandantes. Un hombre, creo que un australiano en Tailandia, le dijo a una entrevistadora una vez: “Las estoy ayudando, morirían de hambre si no estuviera pagando por sexo. Así que les estoy poniendo comida en la mesa”. Y toda esta idea del PIB es una variación de esto, es horroroso para mí. Y lo que sé por lo que me han dicho cientos de mujeres a las que he entrevistado, que me han hecho llorar, y que he oído decir creo que cientos de veces a una sola mujer: “Me ofrecieron una cama para esa noche y una ducha caliente y nada más” a cambio de agredirla sexualmente. Eso lo justifica todo. Son tan humanitarios… Ayudan a la gente, ponen comida en su mesa, pero no se les ocurriría darles 100 euros y decirles: “Vete a un hotel esta noche, veo que tienes frío”. No, no, eso no lo dicen.

Tengo varias amigas que se casaron con puteros, y ellos, parece que quisieran de ellas una prostituta y una criada en la casa. Algunos incluso quieren que les den las gracias por “salvarlas” de esa vida.

La feminista Andrea Dworkin, que fue una superviviente, me explicó una vez que hay hombres que se excitan sexualmente con la pobreza y la necesidad de ayuda de las mujeres. Eso les pone. Así que tienen una fantasía de rescate sexualizada: “Voy a rescatarla y ella me va a follar tan contenta por el resto de su vida”. Es enfermizo. Y nunca lo había pensado hasta que ella me explicó cómo les gustaba pensar en eso. Es un gran problema.

Durante el evento hemos escuchado recomendaciones a académicas y activistas, de seguir el rastro del dinero del lobby proxeneta. ¿Usted qué recomienda?

No sé la respuesta, la verdad. Una vez en una conferencia me dijeron: “¿Ves aquella mujer que está hablando de un estudio sobre lo guay que es ser stripper? ¿Sabes quién paga por su educación?”. Resulta que una cadena de clubes de striptease controlada por la mafia pagaba su universidad para que hiciera un estudio, algo así como “relaciones entre hombres y mujeres en clubes de striptease y lo geniales que son”. Yo no tenía idea de esto. Todas estas pequeñas piezas de información sobre el rastro del dinero es muy importante pero luego está la perspectiva amplia y los sistemas legales, como Nevada o Alemania, donde los impuestos son bajísimos. A todo el mundo le encanta vivir en Nevada porque se pagan muy pocos impuestos. En California pagamos muchos impuestos. Pero claro, en Nevada el lobby proxeneta paga las carreteras. Y esto es complicidad estatal y proxenetismo estatal.

Así que no sé la respuesta, pero no podemos perder mucho tiempo siendo reactivas. Tenemos que conseguir en España la ley del modelo nórdico. ¿Conocéis la teoría de Grégoire [Théry], uno de los impulsores de la ley abolicionista en Francia? Él piensa, y yo estoy de acuerdo con él, que España puede conseguirlo. Hay tanto poder en gente como tú Amelia y otras feministas… El resto de nosotras tenemos que ir por ahí siguiendo el rastro del dinero porque no tenemos las alianzas y la fuerza feminista que tenéis aquí en España. ¡Id a por ello!

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