Vanessa Silva: “Muchos prostíbulos son una tapadera para el tráfico de drogas”

Vanessa Silva
Vanessa Silva (Río Verde, Goiás, Brasil, 1972) es feminista por la abolición, superviviente de la trata sexual y cofundadora de la asociación Las Independientes, para la restitución de las mujeres víctimas del sistema prostitucional. Con nacionalidad brasileña y española, su testimonio y sus propuestas coinciden con un momento clave para las políticas públicas abolicionistas en España, cuando el Congreso de los Diputados debatirá una reforma legal contra la impunidad del proxenetismo.
Por Ana de Blas. Imagen: Fran Gatica

– Tras salir del sistema prostitucional, hay pocas mujeres supervivientes que hayan dado el paso de organizarse para defender sus demandas. ¿Qué quieren conseguir con su asociación, Las Independientes?

Me he dado cuenta de que si no nos organizamos, no vamos a conseguir las demandas que hay en nuestro Manifiesto, como que seamos reconocidas como víctimas de violación sexual y que realmente consigamos la reinserción y la restauración de las mujeres. Para el Gobierno nosotras estamos al margen de todo, como si fuéramos invisibles.

La asociación partió en febrero del año pasado de un proyecto, un sueño, de María Arenas, que es psicóloga y promotora de igualdad. Con ella empezamos y dijimos, ¿por qué no lo sacamos adelante? No sabemos de esto y tenemos miedo, ¡pero también mucho coraje! (risas). También nos han ayudado las feministas del Front Abolicionista del País Valencià y mujeres juristas. Ahora ya hemos empezado con talleres de sensibilización para adolescentes. Estamos intentando que sea antes, a partir de los ocho años, porque con la educación sexual a los trece años ya estamos llegando tarde: en internet tienen un acceso sin control al porno en páginas web o en redes sociales, hay una sexualización en la infancia. Hemos visto casos de niñas de esa edad que están siendo prostituidas.

Las expertas en el sistema prostitucional son las supervivientes. Mejor que ellas para saber la dinámica, la problemática, lo que se pasa dentro de ese sistema, no hay otras. Las Independientes está también para que la acogida a una mujer prostituida sea totalmente sin prejuicios, que no se sienta excluida o discriminada de ninguna manera. Nuestro objetivo principal es la reinserción de la mujer que pasa por el sistema prostitucional. Conseguir cursos de formación, casas de acogida, tratamiento sanitario, psicológico y psiquiátrico. Este es uno de los puntos más importantes, ya que debido a las violencias sufridas la mayoría tiene mucho daño, llegando a tener síndrome de estrés postraumático. Lo que hoy ofrece el sistema sanitario a disposición de las víctimas de violencia de género es más bien precario. Intentamos conseguir, junto con ayuntamientos o la Comunidad Autónoma, estos tratamientos y cursos de formación que sirvan, que no sean como los de ahora. En mi caso he sido también víctima de violencia de género y he vivido de cerca esto: los cursos que se ponen a disposición de las personas vulnerables son para que la persona siga desempleada.

“Nuestro objetivo principal es la reinserción de la mujer que pasa por el sistema prostitucional”

– ¿Cómo es eso?

– Sí, son cursos que realmente no te dan herramientas para competir en el mercado de trabajo. Entre nuestros fines también está buscar toda la ayuda que la mujer pueda tener, con profesionales que colaboren. Hay una parte de reconstrucción de la persona, que encuentre grupos para relacionarse, porque la soledad es muy complicada. Estas mujeres están muy solas.

– Las Independientes ha hecho público un Manifiesto con sus propuestas.

Sí, decidimos hacerlo para cubrir los puntos de la ley que no están cubriendo las necesidades de las mujeres que están y que han pasado por el sistema prostitucional. Hay dos puntos principales para que una mujer consiga salir: que realmente tenga ayuda, además del cierre de los clubes. Si solo se cierran los clubes, ¿dónde vamos a colocar a 250.000 mujeres? Por mi experiencia son muchas más. ¿Y sus hijos? De una mujer en el sistema prostitucional dependen normalmente una madre, un padre, hijos… tres o cuatro personas. Sin ayuda integral, como es la ley de violencia de género, con certeza va a volver a la prostitución.

– ¿La experiencia en España con la ley de violencia de género puede ser útil para las mujeres que salgan del sistema prostitucional?

– Yo creo que sí, que sería un camino positivo y que realmente podría surtir efecto, si la mujer ve una luz al final del túnel. Y está la parte de la seguridad, porque las mujeres no confían en denunciar. No creo que ninguna lo vaya a hacer. Si a alguna mujer se le ocurre denunciar a su proxeneta, lo normal es que acabe muerta.

La gente cree que el sistema prostitucional es un negocio más. No, es una mafia. La mayoría son lavaderos de dinero –no digo los clubes pequeños, me refiero a las grandes cadenas–, los dueños están coligados con tráfico de armas y tráfico de drogas. Va más allá de lo que la gente tiene conocimiento. Muchos prostíbulos son una tapadera para el tráfico de drogas y utilizan a las mujeres como camellos. En un club, una de las preguntas que te hacen de entrada es si consumes drogas, para saber si vas a ser una buena vendedora. Te dicen “a cada “cliente” le preguntas si quiere, intenta, ofrece, di que es de un amigo tuyo…” transforman a las mujeres en camellos no remunerados, no les pagan por vender la droga. 

“Si a alguna mujer se le ocurre denunciar a su proxeneta, lo normal es que acabe muerta”

– ¿También incentivan que las mujeres consuman drogas?

– Sí, ponen a las mujeres a utilizar drogas para que pasen más tiempo con los hombres. Pasas a ser una mercancía total: tanto del área del sexo, como de camello, como te utilizan para que estés drogada entreteniendo a los puteros.

– ¿De qué drogas se trata?

– Marihuana, hachís, cocaína, speed, viagra, polen, afrodisíacos, pastillas de drogas sintéticas… de todo.

– ¿Qué opina de la reforma propuesta por el partido socialista?

– Son reformas de la ley que ya se pueden aprovechar, son un paso adelante, mas no cubren las necesidades en la totalidad. Las supervivientes vemos la propuesta del PSOE como una pasada de miel en la boca de las mujeres para que se tranquilicen y no se quejen, mientras la LOASP está guardada en un cajón. Reclamamos la necesidad de la aprobación de la LOASP, la ley abolicionista que es completa.

La reforma se queda muy corta: se centra en la tercería locativa, en el proxeneta y en el putero. Y asimismo, hablando de sanciones: si yo promuevo la violación de 150 mujeres todos los días en mi casa y cada una va a ser violada, como mínimo, dos o tres veces al día, estamos hablando de que promuevo una violación en masa. ¿Y la máxima sanción que me puede caer son seis años?

– ¿Las sanciones propuestas para el proxeneta son insuficientes?

– Para la gravedad del crimen, sí.

– ¿También proponen que al putero le corresponda la misma pena que en caso de violación?

– Sí, proporcional al crimen cometido, ¿no? Y también que consten los antecedentes penales por delito sexual. Porque ese putero puede trabajar con niños, ser un profesor, un médico, un pediatra. Nosotras sabemos que la mayoría de los puteros son pedófilos.

– ¿Por qué lo saben?

– Porque cuando llegan lo piden, quieren la más joven, quieren la cara de más jovencita, si la pueden vestir de colegiala, hacer jueguitos de que eres una niña mala… te iba a asustar la cantidad de pedófilos que hay.

– ¿No les importa saber que son menores?

– No. Nunca he visto ningún putero quejarse de que la chica fuera jovencita. Al contrario. Cuanto más jovencita, más les encanta. Yo he estado en Londres con una chiquita que sí era mayor de edad, tenía 19 años, ella era flaquita, pequeñita, tenía la apariencia de una niña de trece años. La pobre no paraba. En la prostitución he visto chicas que tenían dieciséis años. Los dueños de los clubes lo saben. Ellos “arreglan” la documentación.

“Nunca he visto ningún putero quejarse de que la chica fuera jovencita. Al contrario”

– ¿Qué mensaje trasladaría a los representantes políticos?

(Pausa). Ya que la prostitución “es un trabajo”, ¿por qué no indica a su madre, su mujer, su hija, para todos sus amigos y reforzar así los negocios de la familia? Es “solo un trabajo”. Si ella fuera peluquera, llevaría a los amigos a cortar el pelo, ¿no?

– Usted ha sido víctima de trata desde su país natal, Brasil. ¿Cómo actúan los captadores sobre el terreno?

– La mayoría de las chicas que yo conocí han sido captadas por otra. Utilizan a una de las mujeres que ya están en el sistema prostitucional, le pagan en torno a 1.000 o 2.000 euros por cada chica que consiga. La seducen con la vida buena que va a tener, le venden el empoderamiento. Normalmente te buscan cuando más lo necesitas, cuando estás en crisis total por tu situación financiera, problemas de salud en la familia. Y te venden un mundo tan precioso, que en tres meses si te vienes para Europa vas tener tu casa comprada, vas a ayudar a tu familia, que es una cosa simple.

Se van aproximando para hacer una amistad, ganar la confianza. Es más sencillo que una mujer confíe en otra mujer y no tenga miedo. Y más si le dice, “yo trabajo allí, no me pasa nada, mira cuánto gano”. Normalmente la captación es así, no es coger a una persona por la calle, que puede gritar. Por eso primero hay que venderle un castillo de color rosa. Y después la realidad es totalmente distinta. Cuando llegas al destino final te vas a enterar de que no era nada de lo que te han dicho. Que estás presa, que te van a quitar el pasaporte, que no vas a ir a la calle. Y si llegas a salir vas con alguien que te va a vigilar. ¿Y la policía, no tiene conocimiento? Hay policías que tienen amistad con los dueños de los clubes, que van por la puerta de atrás para estar con las chicas. Los dueños las ofrecen como moneda de cambio.

– Además de la pobreza, ¿hay otros factores que hagan vulnerables a las que atrapan en esa seducción?

– Es todo un conjunto. En países de África y América, la mujer joven en un barrio pobre, con falta de estudios, de conocimiento, es la mejor presa que hay. Está desesperada, no tiene perspectiva de vida, un futuro.

– ¿A usted la han captado de esta manera? ¿Qué edad tenía entonces?

– En mi caso se agravó cuando mi padre cayó con una depresión tremenda, enfermo. Se quedo sentado en el patio de la casa y no hizo más nada. Yo tenía 26 años, mi padre y mi madre sin trabajar, tenía a mi hija, a mis hermanos menores, no sabía qué hacer: tenía a cinco personas para comer y como la hija mayor, me ha tocado. Salía a trabajar y no vencía –en Brasil tenemos un coste de la vida muy alto para los salarios, no llegas ni a mitad del mes–. Me vino una de estas captadoras con este discurso, que vas a pasar tres meses en España y vuelves con todos tus problemas solucionados.

“En países de África y América, la mujer joven en un barrio pobre, con falta de estudios, de conocimiento, es la mejor presa que hay”

– Además de esta penuria económica, en su caso ¿sufrió violencia o abusos en su infancia o en su adolescencia?

– Sí, a los catorce años yo sufrí una violación. No me gusta mucho hablar sobre esto.

–¿Cree que eso influyó en lo que pasó después?

– Influye porque ahí ya empiezas a tener otro pensamiento sobre los hombres. La confianza se rompe muy pronto, totalmente.

– Los tratantes la trajeron a Europa.

– Directamente a España. Allá lo arreglan todo: pasaje, pasaporte, ropa, hotel, dinero para pasar en el aeropuerto. Aquí nos recogieron en el hotel y nos llevaron de Madrid –todo el tiempo con alguien– y ya en coche para Extremadura. Y ya no salí. Cuando entras en el club lo primero que hacen es quitarte el pasaporte. Ya te enteras de qué es lo que te han vendido. Se te cae todo, empiezas a ver la ventana con rejas, todo cerrado con llave.

– ¿Tenía miedo?

– Sí, da mucho miedo. Es un miedo diario. Porque no sabes si te va a matar el dueño del club, o si vas a la habitación con un hombre drogado, o loco, por más que haya un “botón del pánico”, ¿cómo llegas con un hombre encima de ti, sujetándote?

Ese botón lo tienen los clubes para tranquilizar, para que las mujeres crean que hay seguridad. Mentira. No sabes si vas a morir de una enfermedad, a manos de un putero, de los clubes, en un atraco. Porque suele haberlos. O prenden fuego, como yo ya he visto. O tiroteos, con nosotras bajo las camas. Si entras a la habitación con un hombre con un arma, y la pone encima de la mesilla, ya sabes: pórtate bien y haz lo que quiera si quieres salir viva.

Vanessa Silva, en el Freedom from slavery Forum celebrado en Marrakech en marzo pasado.
Vanessa Silva, en el Freedom From Slavery Forum, en Marrakech en marzo pasado.
Vanessa Silva junto a otras integrantes de Las Independientes.
Vanessa Silva junto a otras integrantes de Las Independientes.

“No sabes si vas a morir de una enfermedad, a manos de un putero, de los clubes, en un atraco”

– ¿Cuánto tiempo estuvo en esa situación?

– A los siete meses conseguí salir de ese club. Ya había pagado la deuda inicial tres o cuatro veces, sé hacer cuentas y esa deuda nunca acaba, cada día tenía más. Tienes allí a las vendedoras de la ropa, de los tacones, a las que les tienes que comprar. Para unas botas de cincuenta euros, el precio de venta de estas vendedoras sería de ochenta y en los apuntes te ponen doscientos. Porque los clubes también ganan dinero con ello. Todo está “mega saturado”: la comida también, y si vas al mercado a comprar algo te cobran como si fueras en taxi, porque te llevan y te traen.

Algunas nos juntamos para salir y fuimos para Madrid, y de allí a Portugal. En esos siete meses me destrozaron. Luego, ya me daba igual todo, intenté seguir por mi cuenta. Mas… tienes que estar en el sistema, tener proxeneta “amigo” si necesitas llamar. Desafortunadamente, la mayoría de las mujeres acaba creyendo en el “putero salvador”. Hasta los proxenetas, cuando la mujer tiene un chulo, hablan con él: no respetan a la mujer, son ellos, es el patriarcado, siempre.

– En muchos casos, una de las mayores dificultades que relatan las mujeres que han sido víctimas de este sistema criminal y de otras violencias es el poder sacar adelante a sus hijos. ¿Coincide con esto?

– Sí. El Gobierno se ha portado conmigo muy mal, yo no tenía forma de ir por mis hijas. Ha sido horrible. Por intentar ayudar a mi hija estuve con el “putero salvador” y ahí fue cuando fui víctima de violencia de género. Otra vez fui una presa fácil. Estuve a merced de él.

– ¿Ahora tiene un trabajo que le permita vivir?

– No, trabajo no encuentro, principalmente por mi edad, 49 años. Cuando envío mi curriculum ni lo leen. Y tengo bachillerato, tengo portugués, inglés y español… de todo, es igual. Prefieren contratar a jóvenes.

– ¿Qué le diría a las más jóvenes que duden sobre la prostitución?

– Que no se dejen engañar. No todo lo que brilla es oro. La prostitución te la venden como oro, mas después no. Es una vida destrozada. Cuando se despierten, los daños son mucho más grandes, cualquier dinero en el mundo no va a pagar tu salud mental. Las cosas que una ve en la prostitución son brutales.

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