Pornografía: pedagogía de la violencia sexual y cosificación de las mujeres

“Date la vuelta o te violo, que estoy muy cachondo”. Los ojos de Lucía Burgos, madrileña de 23 años, se abrieron de par en par al escuchar esta frase. Al chico, de su misma edad, con el que estaba a punto de mantener relaciones sexuales le pareció muy erótico utilizar la violación como una fantasía sexual. Pero no es el único: el vídeo porno más visto de la web -con 225 millones de visitas- recrea una violación a una joven por cuatro hombres que la secuestran y la fuerzan mientras ella grita y llora1. De hecho, el vicepresidente de una de las tres páginas de porno más visitadas en el mundo aseguraba que el número de búsquedas en España de la violación de La Manada era “preocupante”2.

Lucía ha tenido varias experiencias, igual que muchas mujeres, a causa del porno: “Otra vez, volvía con un amigo de fiesta, nos acostamos y fue muy incómodo. No hubo comunicación, me sobaba sin más, sólo gruñía. Sin tocarme, sin besarme, empezamos a hacerlo. Le dije de parar pero no sé por qué seguí. Después me sentí muy sucia y me cuestioné a mí misma. Me dio mucho asco”, recalca.

La educación sexual de las nuevas generaciones ha quedado en manos de la pornografía. Según algunos estudios los niños y niñas comienzan a ver porno a los 8 años3– y si no tienen control parental pueden acceder a páginas web gratis con suma facilidad.

1. La educación sexual en función del género

Mientras que para los hombres masturbarse es algo totalmente normal y se habla con naturalidad, la masturbación femenina es un tema tabú. Todo esto se debe a que recibimos una educación sexual diferente según nuestro género. El rasgo más evidente es que vivimos en una sociedad falocentrista: la virginidad se rompe únicamente con la penetración, todo lo previo a la penetración se denomina “preliminares” y la relación sexual se da por concluida cuando el hombre eyacula…

En su ausencia, una pornografía cada vez más violenta y basada en la dominación alimenta y se retroalimenta de la masculinidad hegemónica. Tal y como explica Mónica Alario, una estudiosa de la pornografía desde la perspectiva feminista, en su artículo ‘La Manada y el porno’: “La masculinidad hegemónica no es una cosa que se posea de manera estable, sino una cosa que se demuestra. Y se demuestra al grupo de iguales: uno solo es suficientemente hombre si los demás del grupo le reconocen como uno más. Los varones que responden a esta masculinidad hegemónica deben demostrar ante su grupo de iguales (aquellos que también responden a esta masculinidad) que están por encima de las mujeres. Del reconocimiento entre los miembros de este grupo nace lo que se ha conceptualizado como “fratría” (Amorós, 2005). Esta fratría se refuerza en las prácticas que permiten a los varones desarrollar una complicidad con respecto a su capacidad de dominar a las mujeres”4.

Las Towanda Rebels, en su libro #HolaGuerrera [Aguilar, 2018], abordan en uno de sus capítulos, denominado #PoderClitoriano, la visión de las mujeres y de los hombres respecto al sexo. Teresa Lozano y Zúa Méndez reflexionan acerca de los estereotipos que se asocian a cada género en el ámbito sexual: “Que para nosotras es más difícil llegar al orgasmo, que tendemos a unir sexo y emoción o sexo y amor, que nos masturbamos menos que los hombres porque no tenemos tanta necesidad…”. “La pureza de un hombre no tiene nada que ver con la actividad de su entrepierna; la nuestra, sí. Perdemos valor una vez el hombre ha introducido su miembro en nuestro cuerpo”, expresan las autoras.

Las activistas también ponen sobre la mesa el enigma del clítoris, el órgano sexual femenino que cuenta con 8.000 terminaciones nerviosas (el doble que el pene), que ha sido un gran desconocido para muchas mujeres. De hecho, el 10% de las mujeres nunca ha experimentado un orgasmo y una de cada tres tiene dificultades para lograrlo, según un estudio de EEUU5.

La educación sexual que recibe la mujer la sitúa más como un objeto de placer que como un sujeto. “Que el hombre sintiera placer era lo único que me preocupaba hasta hace más o menos un año, cuando me di cuenta de la situación y he estado trabajando por cambiarlo. Aún no he podido ponerlo en práctica, pero espero hacerlo pronto y que mi placer también sea prioridad para mí”, señala Cristina González, activista de una organización madrileña que lucha contra la trata y la prostitución.

La experiencia de Lucía es similar: “Tengo una relación muy distinta entre el sexo con hombres y con mujeres. En ambos casos busco el placer de la otra persona, pero con los hombres me siento más evaluada. Me preocupo de si sienten o no placer y me olvido de que yo también tengo que sentirlo, hago cosas que no me seducen demasiado, y siento la obligación de practicar sexo oral porque se espera eso de mí”, incide.

No se trata de casos aislados: hasta el año 1952 los médicos diagnosticaban a las mujeres una “enfermedad” que denominaban “histeria femenina”6, cuyo tratamiento eran “masajes pélvicos” por parte del doctor, hasta conducir a la mujer al orgasmo, que denominaban “paroxismo histérico”. El objetivo, que la “paciente” retomara su rutina con menos estrés.

2. “La pornografía es la teoría; la prostitución, la práctica”

Maduritas, negras, asiáticas, coreanas, culos grandes, doble penetración, fantasías de padrastro, MILF, gordas, interracial, jovencitas/viejos… la oferta es ilimitada. Los jóvenes tienen a su disposición una lista infinita de categorías sobre porno. Pero algo sí tienen en común: están creadas para la mirada del hombre. Mientras a ellos en muchas ocasiones ni se les verá la cara y no importa la edad que tengan; ellas son siempre muy jóvenes, con una belleza normativa y extravagante, completamente depiladas, y su papel se representa desde el lado de la sumisión, la humillación y la violencia. Todo, en primer plano. Y es que el porno no sólo es misógino, como señala Ana de Miguel7, también es racista y clasista.

A pesar del discurso de ‘trabajadoras sexuales libres’ y de que las actrices porno disfrutan de su trabajo, muchas de las mujeres que trabajan o han trabajado en la pornografía han revelado situaciones de abuso, violencia e incluso violaciones.

“La pornografía hegemónica parte del siguiente esquema: el hombre es el sujeto que tiene un deseo sexual y la mujer es el objeto que él va a utilizar para satisfacer su deseo. Da igual cuál sea el deseo de él: en la pornografía hegemónica lo va a satisfacer. Y da igual lo que ella quiera, sienta o desee. La pornografía hegemónica presenta como excitante para los varones la satisfacción de su deseo sexual independientemente de lo que sientan o quieran las mujeres. En esta pornografía se parte de una desigualdad entre hombres y mujeres que no cierra la puerta a la violencia sexual”, escribía Mónica Alario. En su artículo, citaba los siguientes mensajes de la pornografía hegemónica:

  • “Producirles dolor físico a las mujeres durante las relaciones sexuales siempre es sexualmente excitante”: “Se puede observar en la enorme cantidad de prácticas que aparecen en esta pornografía que causan dolor físico a las mujeres y que siempre se muestran como una parte más, excitante, de las relaciones sexuales”.
  • Gangbangs: “el esquema de la manada en la pornografía: gangbang podría significar “sexo en grupo”. Algunos traductores, sin embargo, traducen esta expresión directamente como “violación múltiple” o “violación colectiva”. Gangbang es una categoría dentro de la pornografía hegemónica en que se encuentran vídeos en los cuales, con diversos niveles de violencia, un grupo de varones”.
  • Bukkakes: un tipo de gangbang: “Esta práctica tiene muchos aspectos en común con los gangbangs. En los bukkakes también hay un gran refuerzo de la fratría y los varones celebran su complicidad con respecto a su capacidad de dominar a las mujeres, en estos casos, produciéndoles asco”.
  • “Mantener relaciones sexuales con (violar a) una mujer que está dormida, borracha, drogada, inconsciente o en estado de shock, es sexualmente excitante”: “la carencia de empatía, la confirmación ante el grupo de iguales de una masculinidad basada en la capacidad de dominar a las mujeres, la centralidad del deseo sexual masculino… ¿cómo pueden ellos obtener placer sexual en una situación en la que ella ni siquiera muestra estar plenamente consciente?”.
  • “Aunque parezca que las mujeres no quieren mantener relaciones sexuales contigo, en el fondo lo están deseando”: “Este mensaje se encuentra en la enorme proporción de vídeos que muestran situaciones en que ellas, al principio, claramente no desean mantener relaciones sexuales, en que acaban realizando esas prácticas por algún tipo de presión, coacción o chantaje, y en que, más adelante, según avanzan las prácticas sexuales, ellas comienzan a participar activamente y a expresar que están sintiendo mucho placer. Así, la violencia sexual de estas situaciones en que ellas son presionadas, coaccionadas o chantajeadas queda oculta tras el hecho de que ellas, finalmente, parecen disfrutar. La moraleja es clara: al final disfrutan y, por tanto, lo de mostrar que no querían era un engaño, en realidad lo estaban deseando. Este discurso convierte cualquier “no” de una mujer en un “puede que sí” y esto, claramente, colabora en la reproducción de la violencia sexual”.
  • “Violar es sexualmente excitante”: “La pornografía hegemónica erotiza la violencia sexual y las violaciones, y erotiza el dolor, el sufrimiento, el miedo, el bloqueo y la angustia de las mujeres”.
  • La humillación por la humillación: “En algunos casos, la pornografía se revela como un catálogo de prácticas cuya función principal ya no es producir placer sexual a los varones, sino humillar a las mujeres. Hay vídeos en los que las penetran mientras meten sus cabezas en retretes, en bañeras y se las mantienen sumergidas haciendo fuerza con sus manos durante el tiempo suficiente como para que ellas empiecen a moverse de manera descontrolada”.

El 88% de las películas porno contienen violencia física contra la mujer8. Mujeres siendo penetradas por varios agujeros, por más de uno y de dos penes, introduciéndoles cualquier tipo de objeto, siendo golpeadas, atadas, agredidas. O uno de los vídeos más demandados, las felaciones mientras la actriz llora y se atraganta hasta incluso vomitar. Después, estas prácticas, estas “enseñanzas”, se ponen en práctica en las relaciones personales y los hombres repiten lo que ven en la pornografía en la prostitución. Como señala la catedrática feminista Rosa Cobo: el porno es la teoría; la prostitución, la práctica.

La ex actriz porno Mia Khalifa, libanesa de 26 años, trabajó un año en la industria, a la cual accedió debido a su baja autoestima, según declara en una entrevista para la BBC. Este año, Khalifa ha denunciado públicamente que fue manipulada para entrar en la pornografía y que no tenía las herramientas para identificar esa coacción9. La joven asegura que, a pesar de que no se le obligó en ningún momento a mantener relaciones sexuales, se sentía intimidad y asustada, así que no puso objeciones a lo que le pedían.

Varias situaciones similares se relatan en el documental ‘Hot Girls Wanted’10. Las jóvenes se introducen en el mundo del porno ilusionadas ante unas expectativas que les ha vendido el discurso neoliberal: sexo libre, dinero rápido, reconocimiento profesional… Pero más adelante se dan de bruces con la realidad. El dinero no es tan “fácil” ni tan rápido, prácticamente todo se va en ropa, maquillaje, operaciones que, aunque no estén impuestas, favorecen a su imagen y amplían sus posibilidades de oferta laboral… Ello sumado a la angustia de sus familiares y parejas, a que se sienten cohibidas en algunas escenas y no se atreven a confesarlo, o a que se las cosifica y se auto-cosifican. En el documental, una de las actrices revela que acude a un casting, en el que presuntamente tenía una escena de una felación. En el plató le dicen que va a ser una “felación forzada” y ella se aterroriza: “Entendí que así se sentían las víctimas de una violación”, relata la joven. Es una deshumanización constante a la mujer.

3. El estigma de todas las mujeres

Esa deshumanización reiterada no sólo la sufren las mujeres dentro de la pornografía, también cargan con ese estigma aquellas que se encuentran dentro del sistema prostituyente y, por ende, todas las mujeres.

Esa imagen neoliberal del empoderamiento sexual femenino a través de la pornografía y la prostitución, donde la imagen que se vende es la de la liberación sexual, la del control sobre los hombres, la del goce del placer a cambio de dinero. Un estigma que cargan todas las mujeres invisibilizadas, ya que la sociedad no se cuestiona la situación de cada mujer, sus circunstancias, las razones que la empujaron a formar parte de estas dos industrias que, a fin de cuentas, van de la mano. Son dos grandes negocios para el Estado, que ve aumentado su PIB de forma desmesurada11.

La solución que plantea el discurso neoliberal es el de legalizar la prostitución y legitimar la industria pornográfica para eliminar así el estigma que cargan las mujeres. Una vez más, el foco se centra en las mujeres y no en los demandantes de prostitución, denominados puteros, o en los actores porno, que no cargan con ese estigma. La pornografía, al igual que la prostitución, es una cuestión de género: la página web ‘Pornhub’ señaló que por cada tres hombres que ven porno, sólo hay una mujer que lo consume12.

4. La cultura de la violación

La actriz porno Amarna Miller defiende que el porno no tiene porqué servir de educación sexual, igual que las películas de ‘Fast&Furious’ no son un mecanismo para aprender a conducir13. Pero la realidad es que lo que aprenden los jóvenes en la pornografía después lo ponen en práctica en el sexo, cuando lo mantienen en sus relaciones personales o cuando acuden a la prostitución14.

Así, según varias expertas feministas como las Towanda Rebels, Beatriz Gimeno o Leticia Dolera, se crea y se fomenta la cultura de la violación. Los vídeos de violaciones múltiples son de los más visionados y buscados de estas páginas. A su vez, en España han sido denunciadas 155 agresiones sexuales múltiples desde el año 201615. El vídeo de la violación de La Manada fue uno de los más buscados y el vídeo porno más visto en España tiene como título “Chico caliente se folla a su madrastra”, y cuenta con 141.292.321 visualizaciones a día de hoy.

Según Dale una vuelta16, un proyecto de sensibilización contra el consumo perjudicial de pornografía, una de cada cinco búsquedas en internet desde el móvil es sobre porno, cada usuario ve una media de 348 vídeos al año y se registran 68 millones de búsquedas diarias. El negocio mueve, según sus fuentes, 13 billones de dólares al año en beneficios, 230 millones en apps porno que se descargan cada año y 800 millones de webs porno en el mundo, tres de cada cinco alojadas en Estados Unidos.

Un estudio de la Red Jóvenes e Inclusión y Red Jóvenes e Inclusión Social y Universitat de Illes Baleares concluyó que “la primera vez que los jóvenes encuentran pornografía es a los 8 años debido a la familiaridad con la tecnología móvil”. Según sus datos, publicados en Europa Press Data17, uno de cada cuatro varones comenzó a consumir pornografía antes de los 13 años y la edad media en el inicio del consumo es a los 14 años, mientras que la edad media entre las mujeres es de 16 años. El consumo de pornografía antes de los 16 años, la edad mínima de consentimiento sexual, es del 75,8% de los hombres y del 35,5% de las mujeres.

En el año 2018, la web ‘Pornhub’ situó a España entre los 20 países más consumidores de su web y, dos años antes, se situaba en el puesto 13, contando con que cada español consumidor de porno pasa 8 minutos y 4 segundos frente a la pantalla del cine pornográfico. Ese mismo año, la búsqueda más frecuentada por los españoles fue “Maduritas”, seguida de “Adolescentes”. En 2016 estas estadísticas colocan a España en el puesto número 13, en un ranking encabezado por Estados Unidos, con gran diferencia con el segundo gran consumidor: el Reino Unido.

Tal y como alertó Mónica Alario, “ Si se visualizaran, de manera lineal, todas las horas de pornografía que se vieron en esta página en el año 2015, se estaría viendo pornografía durante 502.283 años; si se hiciera lo mismo con la pornografía vista en 2016, se estarían 525.114 años viendo pornografía. Con los vídeos subidos a esta página en el año 2017 se puede estar viendo pornografía de continuo durante 68 años”. En su artículo ‘La Manada y el porno’, Alario concluía lo siguiente sobre la cultura de la violación: “La cultura de la violación se alimenta, en parte, no llamando violencia sexual a lo que es violencia sexual. Se apoya en la idea de que la violencia sexual es únicamente lo que ocurre bien entrada la noche o incluso, en la madrugada, cuando un desconocido persigue a una mujer por un callejón oscuro o un descampado y la alcanza. Además, cuando la alcanza, ella se resiste, forcejea, grita y lucha, poniendo en juego su propia vida. Pero, si bien esto es claramente violencia sexual, la violencia sexual se da de muchas otras maneras. El hecho de que la idea de que este tipo de violación es la única violencia sexual se haya instalado en nuestra sociedad invisibiliza muchos otros tipos de violencia sexual”.

5. Un porno, ¿feminista?

¿Es posible la existencia de un porno feminista? Gayle Rubin, antropóloga estadounidense, afirmaba que “existe un sistema jerárquico independiente del patriarcado que ordena las orientaciones y las identidades, recompensando unas y castigando otras”18.

A modo de conclusión, estamos ante un modelo de la pornografía hegemónica, que deja de lado un espacio en el que el deseo de la mujer cobre el mismo protagonismo que el del hombre, que elimine la cosificación y la auto-cosificación del cuerpo de la mujer como meros agujeros que deben ser penetrados, imposibilitando generar una mayor autonomía de la sexualidad femenina.

A este respecto, Mónica Alario añadía que “dado que la presentación de las mujeres como objetos sexuales está tan presente en tantas manifestaciones de nuestra cultura, también se integra en la construcción del deseo sexual masculino hegemónico. Esto es muy relevante en la violencia sexual: para que un varón pueda ejercer violencia sexual contra una mujer tiene que poder cosificarla y sexualizarla, es decir, considerar que sus emociones, sus deseos, su placer, su autonomía… no son relevantes, y que su cuerpo, aquello a lo que la reduce, es sexualmente excitante. Si considerara que sus emociones y sus deseos son relevantes, no podría ejercer violencia sexual contra ella”.

El feminismo continúa abriendo los ojos de la sociedad. El porno se empieza a ver como una industria misógina. “Tengo sentimientos encontrados cuando veo ese tipo de vídeos, porque me excita ver ciertas escenas, pero a la vez pienso que no son respetuosas”, señala Lucía. Lo mismo le sucedió a Cristina, que dejó de consumir porno hace ocho años.

Víctor también está en un proceso de deconstrucción: “Desde que me voy metiendo en el mundo del feminismo, desde hace más o menos año y medio, he dejado de consumir porno. Me cuestiono y me planteo muchas cosas, y una de ellas es que el porno es machista y es muy evidente. La comunicación dentro del sexo es fundamental”.

¿Cuáles son las soluciones que el feminismo plantea? Principalmente, una concienciación feminista de que estamos ante una sociedad machista enfocada en el falocentrismo, concienciarse sobre la educación sexual, formación de género para entender el significado de la pornografía y las consecuencias que conllevan su visionado, o cuestionarse el modelo sexual que está implantado, que segrega en función del género y clasifica a las mujeres según sus relaciones sexuales. La pornografía se ha convertido en un tema político y está en manos del feminismo.

6. Referencias

1 https://www.lasexta.com/programas/equipo-investigacion/noticias/el-video-porno-mas-visto-de-internet-recrea-una-brutal-violacion-en-grupo-video_201905175cdee7c30cf235bc412cb3d9.html
2 https://www.elespanol.com/reportajes/20180504/grandes-porno-advierte-cientos-espanoles-buscan-manada/304719560_0.html
3 https://www.lavanguardia.com/vida/20190610/462769543338/acceso-pornografia-adelanta-8-anos.html
4 https://geoviolenciasexual.com/manada-en-el-porno/
5 https://www.agenciasinc.es/Reportajes/El-orgasmo-femenino-reclama-su-lugar
16 #HolaGuerrera. Towanda Rebels, 2018. Aguilar
97 Neoliberalismo sexual: el mito de la libre elección. Ana de Miguel, 2015. Feminismos
8 https://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/blog/las-ensenanzas-del-porno-las-mujeres-son-objetos-de-consumo-abuso-y-desecho
9 https://www.marca.com/tiramillas/cine-tv/2019/11/14/5dcd03ec46163fc0378b4591.html
10 https://www.youtube.com/watch?v=JzfDPfcUBKE
11 https://elpais.com/economia/2014/06/12/actualidad/1402564871_895351.html
12 Datos de la página web Pornhub. 2016
13 https://elpais.com/elpais/2017/11/17/tentaciones/1510913581_896808.html
14 https://www.heraldo.es/noticias/sociedad/2017/08/04/el-consumo-temprano-porno-aumenta-probabilidad-misoginia-1190193-310.html
15 https://geoviolenciasexual.com/
16 https://www.daleunavuelta.org/
17 https://www.epdata.es/datos/consumo-pornografia-jovenes-datos-graficos/385
18 Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría radical de la sexualidad. https://museo-etnografico.com/pdf/puntodefuga/150121gaylerubin.pdf

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