Sonia Sánchez: “La prostitución es una elección coaccionada que producen los gobiernos”

Sonia Sánchez
Sonia Sánchez visita España desde Argentina para hablar de su experiencia y reivindicar la abolición de la prostitución. Su primer libro, “Ninguna mujer nace para puta”, es ya una referencia en las aportaciones de las supervivientes en la lucha contra el sistema criminal de la prostitución. En el marco del Día internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres, Sonia Sánchez participa en la manifestación abolicionista del 25N en Madrid, imparte conferencias de la mano de la CIMTM y nos ofrece el Seminario “Sin abolición de la prostitución no hay liberación para las mujeres”, con la Escuela Abolicionista Internacional, en La CIBA de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona).

 

– Su país, Argentina, se enfrenta a una profunda crisis económica y acaba de elegir a un presidente que se declara contrario a la idea de justicia social. ¿Qué valoración hace de la situación allá, en especial para la protección de las mujeres?

– Se nos viene la noche. El hartazgo del pueblo argentino se ha convertido en odio y en voto a Milei. Es la más rancia ultraderecha que hay, ha ganado el mercado. Tomó la palabra libertad, la vació de contenido y la llenó de odio y de mentiras. Va a haber un gran retroceso en nuestros derechos, en especial para las mujeres, que en Argentina ya estamos precarizadas, endeudadas y desempleadas, y se han profundizado la prostitución y la trata. Tampoco Massa pudo manejar la hiperinflación que tenemos. Con este gobierno que va a asumir el mando el 10 de diciembre, será mucho peor: ya lo padecimos en el tiempo de los militares, cuando no teníamos derechos. Van a privatizar todo, eso es vender el país. La futura vicepresidenta ha dicho que va a derogar la ley del aborto seguro, legal y gratuito, que nos llevó años conquistarlo. Ha anunciado que van a legislar para sacar la responsabilidad de los varones cuando son padres. Me duele que Argentina haya priorizado el odio y no la memoria.

–¿Cómo es la situación legal de la prostitución en Argentina?

– Somos un país abolicionista desde el derecho. Tenemos una ley que castiga el proxenetismo y una ley contra la trata. Pero ni la ministra de las mujeres saliente, ni la anterior, incluyeron la prostitución como una de tantas violencias que padecemos. En los años del kirchnerismo el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad no hizo nada contra la prostitución. Porque si no se incluye la prostitución como violencia, no se va a generar ningún proyecto para incorporar a esas mujeres, para que dejen de ser putas y se conviertan en sujetas de derecho desde el trabajo. 

“Me duele que Argentina haya priorizado el odio y no la memoria”

–¿Por qué hay víctimas que no denuncian?

– La prostitución lo primero que hace es romper tu identidad de sujeta de derecho, una mujer prostituida está atravesada de violencia. Te adormeces para sobrevivir en una puta esquina o en un prostíbulo, ¿desde qué lugar vas a denunciar? para eso está el Ministerio, y también las abolicionistas que tenemos voz propia hicimos denuncias, pero las ignoran.

La corrupción política, policial y judicial son tres patas muy fuertes que sostienen la trata sexual en toda Argentina. Como abolicionista y sobreviviente, si no puedo desde arriba empiezo desde abajo, por eso lucho primero desde la educación. Hay que entrar en todas las escuelas para que nuestras niñas y niños sepan que la prostitución es violencia. Para que no las conviertan a ellas en las putas del futuro y a nuestros niños varones en los prostituyentes del futuro.

Y la otra lucha ahora es penalizar al putero. Dime punitiva, ¡no me importa! pero vas a aprender que las mujeres no somos un trozo de carne, donde vos vas a pagar y a depositar no solo tu semen, sino que vas a depositar todo tu odio hacia las mujeres en un cuerpo. Sancionar al putero va a ser más difícil, porque vivimos todavía en una cultura patriarcal: no la hemos derrotado, solo de vez en cuando le pegamos una cachetada. Y con la ultraderecha, que es patriarcal en su máxima expresión, claro que nos va a costar.

– En España, donde la prostitución está a la vista de todo el mundo, el gobierno de izquierdas no ha incluido la ley abolicionista en su acuerdo de coalición, desoyendo las demandas de organizaciones y supervivientes y la reciente recomendación del Parlamento Europeo. ¿Qué significa el modelo abolicionista?

– También allá digo que la izquierda se ha derechizado, se ha hecho más centro y más derecha, la siento herrumbrada. Como que ha quedado en el pasado, habla como hace cien años, no se aggiornó en el hoy. 

El abolicionismo significa una sociedad libre de violencia hacia las mujeres, las niñas y los niños. Y no solo libre de prostitución y de trata, libre de feminicidios, libre de precarización. El abolicionismo es hermandad, no solo entre mujeres, es hermandad y cuidado con el mundo, con el medio ambiente.

– ¿No suena un poco utópico?

– No, este mundo necesita urgentemente ser abolicionista. El abolicionismo es hermandad y el feminismo es libertad. Su base es la educación pública, gratuita y laica. En la currícula de la escuela tiene que haber una materia sobre feminismo, y si digo feminismo digo abolicionista, lo demás es patriarcado con purpurina. Para mí no es utópico un mundo feminista, porque si yo pude decir basta a la prostitución y me rescaté sola, porque en esos años no existía la ley de trata que tenemos en Argentina hoy, siento que sí, que algún día vamos a tener un mundo abolicionista.

“Si digo feminismo digo abolicionista, lo demás es patriarcado con purpurina”

Si hablamos de vidas atravesadas por la violencia, la infancia y juventud de Sonia Teresa Sánchez (1964, Villa Ángela, Chaco, Argentina) se dibujan sobre una plantilla de injusticias y abusos. Así nos lo relató en una larga conversación con Graciela Atencio, directora de Geoviolenciasexual.com, en su anterior entrevista. Una de las siete hijas de una madre lavandera y un padre albañil, a los 15 años abandonó la escuela secundaria y a los 16 emigró desde su provincia de origen, una de las más empobrecidas del país, a Buenos Aires, para trabajar como empleada doméstica. “Me levantaba a las cinco de la mañana y me acostaba a la una de la madrugada”, nos decía. Su patrona la puso “de patitas en la calle” siendo aún menor de edad. Sola, sin dinero, viviendo en la Plaza Once, “veía todos los días a mujeres que estaban sentadas en la plaza y me preguntaba: ¿qué estarán haciendo estas mujeres?”. Una de aquellas mujeres le dio unas monedas para una ducha y jabón. “Cuando volví, le pregunté: “¿Y ahora qué hago?”. Y me respondió: “Nada, sentate en el banco, que los hombres van a hacer todo”. Nunca más en mi puta vida me voy a olvidar de esa frase que me marcó para siempre. Así los hombres me hicieron la puta de todas y de todos…”

Sonia Sánchez fue explotada sexualmente durante seis años. Sufrió cárcel, violaciones masivas, palizas, la prostitución en la calle y el prostíbulo hasta llegar a tocar fondo. Ahora, con su voz propia como agente por la abolición, dueña de una capacidad de comunicadora que no deja indiferente, en su discurso se repite la palabra puta desde el rechazo a un lenguaje que maquille el odio a las mujeres contenido en esa combinación de cuatro letras. “La palabra puta ha estado para uso propio de otra gente, no nuestra. Yo la recojo no para definirme, sino para interpelarme a mí misma y para interpelar a otros y otras, a la sociedad y al Estado”, escribía en “Ninguna mujer nace para puta” (2007), una frase que es hoy un grito para miles de mujeres en el mundo.

– ¿Cómo ve ahora todo aquello?

– Mi historia se repite en miles de mujeres que migran en busca de trabajo. Fui niña precarizada, cosechera de algodón, después empleada doméstica. Migré a la gran ciudad para progresar. Mi madre solo sabía leer y escribir en el segundo grado de los años 40, pero nos obligaba a leer en voz alta. Ella lavaba la ropa y mientras nos hacía leer las revistas que su patrona rica iba a tirar a la basura. Esa fue la cultura de la lectura que nos inculcó entonces, por eso leo todo y leía los diarios donde ofrecían más dinero a una empleada doméstica de lo que a mí me estaban pagando. Pedí aumento y no me lo quisieron dar porque era menor, y le dije bueno, búsquese otra… (se ríe) estando en una gran ciudad, sin saber ni conocer nadita… Desobediencia, por tu culpa soy feliz. A través de tortura, porque la prostitución es tortura física, emocional y económica. Aprendí a recoger basura para comer, vivía en la calle, se me cortó la menstruación. Tuve mucho miedo, mucha hambre, mucho frío y así entró la prostitución en mi vida. Por eso hablo de un Estado proxeneta.

“Mi historia se repite en miles de mujeres que migran en busca de trabajo”

– ¿Qué denuncia cuando dice Estado proxeneta?

– El Estado violó mis derechos económicos, sociales y culturales. Me obligó a migrar a una gran ciudad, salir de mi casa para después padecer toda esas violaciones y que abusaran de mí. Viendo hoy desde lejos aquello, con 59 años, antes me preguntaba por qué me tocó a mí si éramos siete hermanas con la misma precariedad. Tal vez es porque nunca me conformé con la nada. Por eso lucho también por una migración laboral segura, y por eso miro al Estado.

Las personas no nacemos empobrecidas, nos empobrecen los gobiernos de turno, sean izquierda, centro o ultraderecha como el que vamos a tener en Argentina. En una democracia, nacemos ricas en derechos, la prostitución no se elige con libertad, es una elección coaccionada que producen los gobiernos: si hubiera trabajo para todas las mujeres, ¿quién iba a elegir ser puta? Nadie, ninguna de las que están siendo prostituidas en las rutas, en las veredas, en las plazas, en los prostíbulos. El chulo es el Estado, porque cuantas más putas se digan “trabajadoras sexuales”, en primer lugar le baja la desocupación, mira si no va a ser el Estado el primer proxeneta. Segundo, le entra dinero, mira si las mujeres no vamos a ser un gran negocio como putas para cualquier gobierno democrático.

“Si hubiera trabajo para todas las mujeres, ¿quién iba a elegir ser puta?”

Sonia Sánchez, en el centro, en la manifestación del 25N de 2023, en Madrid (foto: A. B.)

– ¿Cuál es el mensaje que aporta el movimiento de las supervivientes?

– Estamos organizándonos en un espacio con mujeres sobrevivientes de América Latina y el Caribe. ¿Qué aporto yo? Desobediencia. No es solo dar tu testimonio, tienes que cuestionar un sistema, tener voz propia significa no repetir discursos prestados ni siquiera de otras mujeres y menos de los gobiernos de turno. Eso te lleva a tener que leer para poder comprender y tener tu propia reflexión. Todo eso te lleva años. Yo estoy ahora en aprender a desear: en un neoliberalismo atroz como el que estamos viviendo es difícil, porque te construyen el deseo de vivir. Aprendí que desear es estar viva, quiero decir mi deseo propio, no el que me imponga el sistema –tener el último modelo de celular curvo, no sé qué zapatillas–. Hay niñas ahora de trece años que tienen un Sugar Daddy, que es el “papá dulce” y de papá nada, y de dulce menos, ¡viejo putero! Y fíjate que las llevan a ser explotadas sexualmente, primero para pertenecer, segundo para tener el último teléfono móvil. Y es tener que hacerse las tetas grandes y no tener arrugas… eso no es deseo propio, el sistema las ha hecho desear una cosa y les pone al viejo putero para destrozarlas, es perverso.

“¿Qué aporto yo? Desobediencia. No es solo dar tu testimonio, tienes que cuestionar un sistema”

– ¿Qué relación hay entre pornografía y prostitución? 

– La pornografía es parte de la prostitución. En la pornografía dicen “actriz porno”: no, es una mujer prostituida siendo violada, esa violación está siendo filmada y luego va a ser hecha película. El varón no es “actor porno”, es un putero desgraciado al que están pagando para violar a esa mujer. El “director” no es director de cine, es un gran proxeneta. Hay que nombrar las cosas por su verdadero nombre. Hoy la pornografía es la “educación sexual” para nuestros hijos y contra eso estamos luchando, porque la pornografía educa a los varones para ser violentos, puteros y feminicidas. Y a las mujeres, la pornografía les enseña a tolerar lo intolerable. Estamos viviendo una sexualidad precaria y violenta.

– ¿Qué hacer con la población más joven, tanto chicas como chicos, para concienciarles sobre esta violencia? ¿Que le diría a una clase de educación secundaria?

– En primer lugar les diría que no acepten el discurso fácil de libertad que nos da este sistema. Hoy la juventud está en peligro, en especial las mujeres. No vienen por mí, soy vieja para este sistema, vienen por nuestras hijas y nietas. Ahora hay otras formas de explotación, que se han profundizado desde el 2020 a partir del Covid-19, que son las redes y las plataformas digitales –OnlyFans, TikTok– o el sugardating. A las mujeres nos están cosificando todo el tiempo, ahora se nos vende la autocosificación. “Mi cuerpo, mi decisión”: el capitalismo nos robó la frase y el sistema prostitucional se lo apropió. Ellas me dicen: “Señora, es mi cuerpo, mi decisión, y además él no me toca” cuando suben fotos desnudas o se meten cosas dentro de la vagina en un vídeo. Cuando están frente a una computadora no lo ven como peligroso. “No estoy siendo violada”, dicen. No se dan cuenta de que el tipo no las está violando, ellas se están violando para satisfacer el deseo del putero. ¿Hasta dónde es tu decisión cuando, por un dinero, estás haciendo los deseos del tipo, no los tuyos? ¿Son tus deseos mostrar tu vagina, tu boca, tu ano desnudo? Es la decisión de otros verte cosificada, obedeciendo. 

“No se dan cuenta de que el tipo no las está violando, ellas se están violando para satisfacer el deseo del putero”

– Si el cuerpo de la mujer prostituida es un campo de batalla, no solo del putero y del proxeneta, también del Estado y de las grandes agencias internacionales, ¿qué le diría a los representantes políticos?

– En primer lugar les diría: “Mírame”, porque no lo están haciendo. Ningún gobierno nos ha mirado. “Mírame, soy mujer –y no me percibo, soy– y desde ese lugar te digo: exijo una vida libre de violencia, exijo trabajo, no un prostíbulo como destino. Quiero un salario tan digno como el que tienes vos. Quiero nivelar para arriba, no para abajo. No quiero parir los hijos que usted quiera, por eso quiero el aborto legal, seguro y gratuito. Quiero una educación pública de calidad”. Cuando fui la puta de todas y de todos fui el producto de sus políticas públicas, porque no se elige con libertad ser puta. Mira cómo es querer decirle en la cara al presidente: “Mírame, soy tu resultado”.

 


Sonia Sánchez, en películas y libros

  • “Nuestra venganza es ser felices” (2023), película documental de Malena Villarino estrenada en Argentina en julio, aborda la historia personal de Sonia Sánchez, su protagonista y narradora, a través de recreaciones visuales, sombras, colores y figuras. “No es solo una mina que está hablando ahí sentada, tiene mucha poesía”, dice Sánchez. “Vas a llorar o reír, pero vas a salir diferente a la que entraste. De hecho hay varones que salen y me piden disculpas, llorando”, afirma.
  • “Impuros” (2016), es otro audiovisual sobre la historia de la trata en Argentina, “donde leo cartas de las mujeres prostituidas traficadas rumanas”, explica Sonia Sánchez. 
  • “Puta: la deconstrucción”, su último libro, saldrá en papel la próxima primavera. “Hablo sobre cómo nos construyen como putas, y deconstruirse lleva años”, señala. En este trabajo hace también una reflexión sobre el alquiler de vientres y la prostitución, y cómo ambas formas de violencia “rompen tu identidad de sujeta de derecho y te hacen un objeto de uso”.
  • “La puta esquina: campo de concentración a cielo abierto” (2018).
  • “¿Qué te indigna? Trata de personas con fines de explotación sexual” (2013), escrito con la abogada Ana Chávez, surgió tras un año de capacitación a agentes judiciales, “sacando a abogados de la oficina, acomodaditos con sus trajes, y llevándolos a la calle, a la Plaza Once, donde fui prostituida”, relata.
  • “Ninguna mujer nace para puta” (2007), su primer libro, del que es coautora junto a María Galindo, es uno de los escritos de supervivientes más conocidos e influyentes, sobre todo en América Latina. Va por su novena edición en castellano.
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