Sabine Reynosa, sindicalista: “Legalizar la prostitución implica dinamitar todos los derechos laborales”

Sabine Reynosa
Con más de 30 años en la militancia sindicalista y feminista de la Confederación General del Trabajo (CGT), Sabine Reynosa es una incansable luchadora de los derechos laborales de las mujeres de su país, Francia. La CGT, uno de más importantes sindicatos del país vecino y el único declarado abolicionista de la prostitución, se pronunció en 2013 a favor de la aprobación de un proyecto de ley contra el sistema prostitucional en Francia. Reynosa, ingeniera informática de profesión, tuvo un rol muy activo en el debate de esa ley. Visitó Madrid en marzo pasado y participó en la jornada “Ni es trabajo, ni es sexo: ¡Abolición de la prostitución para proteger los derechos de todas las trabajadoras!”, celebrada en el Congreso de los Diputados, organizada por la Coalition for the Abolition of Prostitution (CAP Intl.), el Grupo Parlamentario Socialista y la Escuela Abolicionista Internacional. La entrevistamos en el marco de esa jornada.
Por Graciela Atencio

– ¿Desde cuándo es activista abolicionista de la prostitución dentro del sindicato?

– Para empezar, tengo que comentar que la Confederación General del Trabajo (CGT) de la que formo parte, es miembro fundador del Colectivo Nacional por los Derechos de las Mujeres en Francia, un colectivo de asociaciones sindicales feministas que nació en 1996. Pertenecer a este colectivo nos ha impulsado a plantear un ensanchamiento de nuestra reflexión en defensa de la igualdad salarial. También hemos entendido que debemos cuestionar el patriarcado, la dominación masculina, la violencia machista y por supuesto, entre nuestras reivindicaciones está que la prostitución no puede ser un trabajo y sólo cabe abolirla. En Francia tenemos una tradición abolicionista que se ha ido forjando durante siglos.

– ¿El movimiento sindicalista forma parte de esa tradición?

– ¡Claro! Esa tradición está presente en el movimiento obrero y lo que hoy entendemos como abolicionismo formó parte del movimiento revolucionario francés. Está íntimamente ligado al período de la Ilustración y el Siglo de las Luces, en defensa de la dignidad humana. Voy a citar dos ejemplos. Si indagas en la biografía la gran Louise Michel, educadora anarquista, poeta y escritora que tuvo un rol protagónico en el levantamiento de la Comuna de París en 1871, se pronuncia a favor de las mujeres prostituidas (por cierto, tuvieron un rol muy activo en dicha insurrección). Louise Michel no consideraba a la prostitución una forma de liberación sino una esclavitud en la que las mujeres eran víctimas. Pensaba lo mismo su contemporáneo, el escritor Víctor Hugo, autor de Los Miserables, que retrató en sus obras literarias la tremenda realidad que viven las mujeres en prostitución. Ambos nos dejaron relatos bellísimos sobre las mujeres prostituidas como sujetos políticos activos, sin estigmatizarlas, a diferencia de los prohibicionistas, moralistas y religiosos que hablaban de las “mujeres de mala vida”.

“En Francia tenemos una tradición abolicionista que se ha ido forjando durante siglos”

– Ya que ha mencionado la cuestión de la defensa de la dignidad humana, el movimiento abolicionista de la prostitución, entre sus argumentos, expresa que la prostitución no puede ser regulada ni legalizada porque atenta contra el trabajo digno. ¿Puede explayarse sobre este argumento?

Tenemos que seguir utilizando este argumento en el debate sobre la prostitución. Ahora que lo menciona, Francia sentó jurisprudencia con un caso muy importante en el año 1995. El Consejo de Estado, nuestra máxima instancia a nivel jurídico, le dio la razón a un municipio que había prohibido el “lanzamiento de enanos” como trabajo. Por supuesto que se trataba de personas que lo hacían voluntariamente, que no eran obligadas, daban su consentimiento. Pero el municipio lo prohibió en nombre de la dignidad humana y el orden público: en determinadas circunstancias se debe proteger a las personas vulnerables que atentan contra sí mismas. El asunto llegó hasta el Consejo de Estado, que aprobó esa medida. Pero después fue presentado a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, que también aprobó la decisión francesa. No se nos puede olvidar que esta idea de la dignidad humana acabó siendo un principio y un derecho fundamental y ningún consentimiento individual puede oponerse a este derecho fundamental -muy arraigado en Francia-. Puedo equivocarme pero personalmente considero que la defensa de la dignidad humana tiene que ver con el Siglo de las Luces y el período de la Ilustración. Si bien es cierto que el ultraliberalismo está avanzando, por el camino ha encontrado grandes resistencias porque no cuadra con el modelo social histórico francés. En conclusión, hay que proteger a las personas aunque estas consientan individualmente sobre lo que atenta contra ellas. No se construye un modelo de sociedad con la suma de algunos consentimientos individuales.

– ¿A qué se debe que en Francia avance el ultraliberalismo como opción política?

– Pese a que avanza, estoy convencida de que la mayoría de la sociedad francesa está en contra de las políticas neoliberales. La prueba está en que a los últimos gobiernos que hemos tenido les cuesta imponer las contrarreformas neoliberales. Sigue habiendo una resistencia mayoritaria que desgraciadamente poco a poco va cediendo a los postulados ultraliberales. Hay que situar el rechazo del “trabajo sexual” con esa resistencia a la imposición del modelo neoliberal. Voy a dar otro ejemplo: existe un consenso total en Francia de que no se puede comerciar con el cuerpo humano. En más de una ocasión se propuso la compra-venta de sangre en lugar de la donación por la falta de donantes pero de inmediato los propios donantes se opusieron a esa propuesta: “Si es así, dejamos de donar sangre. Se debe conservar la gratuidad”. No se discute sobre el comercio del cuerpo humano, es un derecho inalienable.

“No se construye un modelo de sociedad con la suma de algunos consentimientos individuales”

– ¿Qué papel juega el lobby proxeneta en Francia en tratar de convencer a la sociedad de que la prostitución puede ser un trabajo? 

– El modelo regulacionista de la prostitución no ha logrado instalarse en la sociedad francesa. Sí es cierto que en los últimos años han surgido voces regulacionistas dentro del movimiento feminista. En Francia el lobby proxeneta ha lanzado una ofensiva muy fuerte, con mucho dinero detrás y con un lenguaje camaleónico que se adapta a lo que quiere escuchar cada sector social y político al que se dirige. Así nació Strass un “sindicato” de supuestas “trabajadoras sexuales”. En realidad son unos pocos pelagatos que se reúnen en un café -siempre los mismos- y no reivindican intereses que vayan contra la patronal, es decir, los proxenetas. Sus únicas reivindicaciones apuntan justamente al reconocimiento y la regulación del “trabajo sexual” pero nunca han denunciado las condiciones del ejercicio de la prostitución, la violencia extrema que padecen o los asesinatos de mujeres prostituidas.

¿Y cuál es el impacto social de Strass en Francia?

– Consiguen llegar a las conciencias de las nuevas generaciones de los distintos sectores sociales. Si por ejemplo, hablan con los conservadores, hacen hincapié en la libre elección para prostituirse, situada en la libertad de mercado. Para los neoliberales es muy importante el lenguaje y tergiversar el discurso abolicionista. Cuando se dirigen a la izquierda resaltan y defienden a las “trabajadoras sexuales” y la meta de conseguir derechos para ellas. Tiene un discurso muy seductor. Y también se dirigen a las feministas, retoman la libre elección y la asocian al derecho al aborto con slogans como: “Es mi cuerpo, es mi decisión”.

– ¿Le están funcionando al lobby proxeneta esas estrategias?

– Creo que está convenciendo a los más jóvenes. Ha logrado la hazaña de convertir esto, que finalmente es uno de los estragos del patriarcado más arcaico, en algo súper moderno. La defensa de la prostitución como trabajo está representada en la última etapa del capitalismo, que quiere acabar con los derechos laborales conseguidos hasta ahora. Los derechos laborales se empezaron a construir en el siglo XIX, parten de la constatación de que hay una relación desequilibrada entre trabajador y patrón ya que no estamos entre dos partes iguales en el contrato de trabajo. Por eso es necesario proteger a las y los trabajadores de los abusos empresariales y poner límites a la relación de subordinación frente al empleador: Legalizar la prostitución implica dinamitar todos los derechos laborales. En el marco de los derechos laborales no se puede comerciar con el cuerpo ni con el espíritu y muchísimo menos con el sexo, como se pretende con la prostitución. A colación de por qué la prostitución no puede ser un trabajo, el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)  sobre la violencia y el acoso de 2019 es legal en toda Europa y en muchos países a nivel mundial. Deja claro que es incompatible que exista la prostitución en el mismo marco legal que el acoso sexual. Si analizamos a fondo el concepto de acoso sexual, desde el punto de vista laboral, en la prostitución hay acoso sexual; imponer una relación sexual a cambio de dinero, de un favor, de una vivienda o de un trabajo, es acoso sexual. El Estado que regula la prostitución legaliza el acoso sexual y deja a las mujeres indefensas ante esta forma de violencia sexual.

“El Estado que regula la prostitución legaliza el acoso sexual y deja a las mujeres indefensas ante esta forma de violencia sexual”

– Pero la OIT no ha manifestado expresamente que la prostitución no puede ser un trabajo. 

Tampoco lo ha legitimado. Algunos sectores del regulacionismo expresan que la OIT reconoce el trabajo sexual. ¡Eso es falso! Es cierto que no ha llegado hasta el final del razonamiento porque se pronuncia en contra de la trata y esto manifiesta una hipocresía: separar la trata de la prostitución voluntaria. Como sindicalistas sabemos que una persona está dispuesta a renunciar a todos sus derechos y a su dignidad para sobrevivir. Por eso nuestra lucha tiene que enfocarse en conseguir leyes laborales en contra del supuesto consentimiento de las y los trabajadores con la excusa de: “lo hace porque quiere y voluntariamente”. 

– ¿La CGT presiona a la OIT para que se declare abolicionista? 

Tuvimos la esperanza de que el Convenio 190 haría avanzar a la OIT en ese sentido. Es indudable que este convenio reforzó la protección contra el acoso sexual en el trabajo. Fue un avance importante y en muchos países representó la primera medida contra el acoso sexual debido a que no contaban con un marco legal del mismo. Tenemos que seguir insistiendo sobre el posicionamiento de la OIT con la prostitución y utilizar una herramienta de la que se habla poco y se reivindica menos aún, que es el Convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena de 1949 que fue ratificado por Francia y España Debemos reactivar este convenio. 

– ¿Qué influencia tuvo el sindicalismo en Francia en la aprobación de la ley abolicionista de 2016?

– Como comenté antes, partíamos de una tradición abolicionista muy fuerte. La ley fue apoyada por la mayor parte de la izquierda parlamentaria, tanto socialistas como comunistas (el Partido Comunista siempre tuvo una postura claramente abolicionista) la apoyaron. En cambio en algunas fuerzas dizque progresistas sigue habiendo resistencias al abolicionismo. Me refiero a los ecologistas, los llamados partidos “verdes”. Tienen esa postura porque niegan la desigualdad entre hombres y mujeres, la desigualdad de clases y las violencias que generan esas relaciones desigualitarias. No reconocen el papel y la responsabilidad de los puteros en la existencia de la prostitución.

“En algunas fuerzas dizque progresistas sigue habiendo resistencias al abolicionismo. Me refiero a los ecologistas, los llamados partidos “verdes”

– ¿Cómo se ganó la posición abolicionista dentro de su sindicato?

– La ganamos en dos tiempos. Primero conseguimos la declaración en la que la dirección confederal se posicionaba sobre la responsabilización de los llamados “clientes” de la prostitución. Pero eso, es verdad, no decía en el fondo nada, no era suficiente esa declaración. Teníamos que cambiar la idea de que los puteros no tienen responsabilidad. Hay compañeros sindicalistas que me han llegado a decir que sancionar a los puteros es racista y clasista porque va contra los hombres pobres y migrantes cuando todos los estudios que se han realizado sobre puteros reflejan que los compradores de sexo pertenecen a todas las clases sociales. Entre los ricos están los puteros de escorts y los sugar daddys. Hay que acabar con ese discurso de condescendencia hacia los puteros. La segunda etapa dentro de mi sindicato fue admitir que para que sea efectiva la erradicación de la prostitución, hay que sancionar a los puteros. Es pedagógico sancionar a los puteros y una señal de que la sociedad no acepta la prostitución. También es muy importante para educar a los más jóvenes en relaciones igualitarias. Aquí en España los jóvenes saben que una mujer se puede comprar. En Francia los jóvenes saben que eso está prohibido por la ley. La sanción a los puteros rompe con el círculo de una masculinidad tóxica que se ha ido construyendo de generación en generación.

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