Claudia Quintero: “En Colombia el lobby proxeneta se mueve ahora entre la cooperación internacional y la industria pornográfica”

Claudia Quintero es “una mujer resiliente”. Nacida el 3 de diciembre de 1980 en Cúcuta, ciudad colombiana en la frontera con Venezuela, es hoy activista por los derechos de las mujeres, autora de tres libros y directora de la Corporación Anne Frank. A los 23 años fue víctima del conflicto armado y de violencia sexual por parte de un grupo paramilitar, que “usaron el cuerpo de las mujeres como campo de batalla en Colombia”. Atravesó una situación de extrema vulnerabilidad y pobreza y también fue una mujer prostituida.

Las denuncias de Claudia Quintero la han llevado a ser reconocida oficialmente como víctima del conflicto y refugiada como víctima de explotación sexual. Su principal demanda: la vinculación de los desplazamientos forzados y la explotación sexual de mujeres y niñas en Colombia. “Al ser víctima de violencia sexual he sufrido un proceso de desarraigo porque tuve que irme de mi región. Llegué a una capital como Bogotá, una ciudad de 13 millones de habitantes y ahí fue donde conocí lo dura que podía ser esta ciudad, el despojo, el frío, el hambre, la calle… y la prostitución”.

Después de haber superado situaciones tan traumáticas, ¿cómo interpretas tú la violencia sexual que sufriste?

La sensación de abandono fue lo más traumático que viví porque además de pasar por quedarte sin nada, no tienes a quién recurrir. En esa época los que gobernaban en mi país no reconocían el conflicto armado y entonces pues tampoco se reconocían a las víctimas. Entonces era una situación de abandono. No era la única. Me encontré en las calles con muchas víctimas (Colombia tiene más o menos ocho millones de víctimas del conflicto armado). Y verme a la cara con esas mujeres en esa misma situación… la mayoría de las mujeres que conocí en prostitución primero habían sido desplazadas.

Violencias como las del conflicto armado en Colombia favorecen que las mujeres acabemos en la prostitución, como fue mi caso. Favorecen porque no tienes a donde ir, no tienes contención emocional… La única contención emocional que tenía en ese momento eran el alcohol, la rumba, la vida nocturna… y bueno, ahí entré en un círculo de violencia que duró más o menos de ocho a diez años del cual milagrosamente pude salir, porque muchas no pueden y muchas mueren sin poder salir.

¿La violencia sexual desplegada por los hombres durante el conflicto armado colombiano fue sistemática con las mujeres?

Todo lo que tenga que ver con disputas de territorios nos afecta, sea en la guerra o fuera de ella. Nos pone en contextos de miseria, de pobreza, de migración… Y todos estos contextos son violentos para nosotras. Y es lo que también nos deja a las mujeres en una situación de vulnerabilidad. Realmente mi proyecto de vida a los 17 años no fue “quiero ser puta”. No, no estaba escrito de esa manera. De hecho, yo ya había terminado mi bachillerato, estaba iniciando la universidad y tenía un proyecto social.

Pero ya ves la manera en que acaban los proyectos de vida de muchas mujeres. ¡Psicológicamente, nos afecta tanto..! Yo aún me trato de recuperar de las secuelas de la disociación. Para los que no saben, la disociación es algo que sufrimos las mujeres en prostitución para aguantar, para poder sonreír, para poder fingir que estamos felices (como algunos puteros creen que nosotras estamos) ¡Para acostarte con un borracho, con un maloliente o con un tipo que simplemente no te gusta! Para eso tienes que hacer ejercicios de supervivencia que te hacen daño como la disociación y eso después se queda y volver a amar es muy difícil, volver a tener orgasmos es muy difícil.

Entonces las mujeres no hablamos de ello porque es algo vergonzante, porque la explotación sexual es un delito vergonzante, la sociedad te estigmatiza. No es lo mismo ser víctima de robo ni siquiera de asalto sexual, a ser víctima de explotación sexual. Los daños psicológicos son similares a los de un veterano de guerra, eso ya está más que probado. Y recuperarse es difícil.

Y obviamente, las secuelas físicas: enfermedades ginecológicas, enfermedades relacionadas con el sentido de la orientación, la visión, recuperarse del consumo de alcohol, drogas, etc. Todo ha sido un proceso largo y tedioso porque el sistema de salud, como en todos los países, es un poco complejo… Pero se puede. Y ahí voy.

Además del conflicto, ¿cuáles crees que son las características del comercio sexual en Colombia para registrar tasas tan altas y ser reconocido a nivel mundial como país de origen de víctimas de prostitución?

Primero, nuestra historia. Desconocer nuestra historia de violencia desde la época de la conquista, desde la época del genocidio indígena, de la trata transatlántica… Desde ahí nosotros tenemos una cultura que normaliza la violencia. Luego esa cultura normalizó también la violencia contra las mujeres y es así como vemos que en Colombia existe ese turismo que incluye la explotación sexual. Yo lo llamo criminal porque para mí no existe el turismo sexual, es un turismo criminal.

Colombia es un país con una gran biodiversidad, tan bonito, tan rico… Tenemos mares de colores, tenemos ciudades hermosas como Medellín, Cartagena, Cali… Y sin embargo, esta naturalizada la violencia. También tenemos el empobrecimiento de las mujeres y de los hombres a raíz del conflicto armado. Realmente, a nosotros lo que más nos ha marcado ha sido el conflicto armado. Es lo que ha producido más desigualdad porque hay gente que se ha hecho más rica en el conflicto, nunca les afectó. El conflicto se ensañó con los más pobres, se ensañó con las mujeres, los negros y los indígenas.

Todo lo que ustedes ven de Colombia que es lindo, que es rumba, que la pasas delicioso, es real. Pero también existe esa otra Colombia que sufre, con mamás que están obligadas a vender a sus hijas porque ellas también han sido explotadas y no pueden salir del círculo de la violencia. Tenemos alrededor de tres o cuatro feminicidios por día, un horror. Porque muchos hombres creen que las mujeres son de su propiedad. Se naturaliza, por ejemplo, que una mujer sea asesinada porque es infiel o porque no quiera estar con un hombre. Entonces tenemos altas tasas de violencia machista en la familia: en Colombia el sitio más inseguro para mujeres, niñas y niños es su propia casa.

En Colombia los ataques sexuales no ocurren en la calle, los ataques sexuales ocurren en el hogar, la violencia ocurre en el hogar y el feminicidio ocurre en el hogar. Es algo muy triste que a través de la construcción de paz estamos tratando de visibilizar. Por eso, mi lucha por los derechos de la mujer va fuertemente ligada con mi lucha por la Paz, porque la una depende necesariamente de la otra.

En ese contexto, ¿cómo funciona el lobby pro-prostitución para justificar toda esa violencia?

En mi país la explotación sexual está naturalizada desde hace tiempo. La explotación sexual en el marco del conflicto, fuera del conflicto, en el turismo sexual… Hasta que algunas sobrevivientes y activistas empezamos a hablar del tema de la explotación sexual. En ese momento, hace unos diez años, no se reconocía un movimiento por la abolición de la explotación sexual. Ni siquiera existía la ley. La ley de Trata sale en el 2005 y empezamos a ver el delito. Aún no tenemos muchos casos de trata porque tenemos otros tipos penales.

El lobby como tal se mueve ahora entre la cooperación internacional, a través de la industria pornográfica, que es una de las industrias más poderosas que exportan ese porno, y a través de la financiación de cabildeo político, específico en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en las altas cortes… Muchas veces ese cabildeo utiliza a personas que ni siquiera saben que están sirviendo a esa industria. Por eso yo nunca le voy a decir a un abogado en este tema que es un proxeneta, yo me los he traído y tengo esa capacidad de disuadir, de convencer… Porque no todos saben que están dentro del lobby proxeneta. Y ahí tenemos una gran ventaja.

Nunca le doy la gran ventaja al lobby proxeneta de hablar directamente del lobby, sino que me meto en los espacios y cuando hay una voz poderosa de una superviviente no hay nada que pueda destruirnos. Sí me han hecho protestas, me han hecho plantones, me han hecho comunicados en mi contra, pero me siento tan fuerte en la voz de las supervivientes que ahí avanzamos.

En España hemos visto el documental de Mabel Lozano, ‘El Proxeneta’, en el que cuenta que precisamente la mayoría de las mujeres con las que traficaba eran colombianas. ¿Cuál es tu perspectiva desde Colombia de la conexión con España en el comercio sexual?

España es uno de los principales destinos de las víctimas de trata colombianas porque siempre hemos tenido una larga historia de conexión, por el idioma, por los lazos históricos, etc. Es mucho más fácil para una mujer viajar a España que a cualquier otro país europeo. Pero no sólo es España, también tenemos unos índices altísimos en víctimas de trata en China o Estados Unidos.

Y hay otra modalidad de trata en España que hemos descubierto: el matrimonio servil. Ese también se da mucho en Colombia, es un tipo de explotación sexual y desde ahí hay que preocupar e informar a las autoridades para que empiecen a investigar esta red. De hecho, sabemos de mujeres colombianas que entraron con estatus de refugiadas en España, que eran víctimas de explotación sexual.

El proceso de sanación del que hablas, ¿cómo lo describirías?

Ese modelo del cual yo hablo es de “nosotras”, de mi organización que somos la mayoría mujeres víctimas del conflicto, la explotación y la trata de personas.

En Colombia no hay un protocolo de seguimiento a una víctima de explotación sexual. Los niños y niñas entran al mismo sistema de vulneración de derechos que los niños y niñas abusadas o que los niños con problemas de drogas. Las mujeres tienen que buscar su propia terapia o su propio proceso de reconstrucción.

Nosotras, en nuestra organización sí que hemos delineado unas fases importantes, de reconocimiento, de empoderamiento… Y la primera, incluso sin salir de la prostitución, es la ayuda psicológica, el tema de tratamiento de la salud mental, de las emociones. Muchas mujeres que aún no han podido salir deberían acceder a la atención psicosocial.

Después de la atención psicosocial hacemos todo un proceso de atención médica física que también va de la mano con lo psicosocial y empezamos a trabajar el tema de la corporeidad. Porque el cuerpo es el que recibe la mayor vulneración y hablamos de cuerpo como cuerpo y mente como una integralidad. Muchas de las mujeres empiezan a sufrir los síntomas en su cuerpo, así que utilizamos la performance, a través del baile, del arte, la biodanza, el yoga… Utilizamos muchas herramientas que nos dan las compañeras feministas. Nos agarramos de todo y de las lecturas, las narrativas… Imagínate: ¡soy una superviviente que ha publicado ya tres libros! Bueno, esto es lo que me permite a mí: sacar, liberar, curar.

Después de todo ese proceso físico iniciamos el proceso económico, porque puede sonar feo pero las mujeres necesitan un trabajo y ganar su propio dinero para vivir. Tienen que poder comprarse un vestido, comer lo que quieren… Pero es como hacerle la competencia a la prostitución, por eso es tan importante la formación y hacemos orientación vocacional. Casi siempre en esos procesos te enseñaban a coser o algo así… Y no es que esté mal enseñar a coser, pero enséñale también a diseñar, para que pueda tener una boutique: ¿No?

Yo estudié producción multimedia, puedo hacer películas, puedo hacer proyectos de comunicación, etc. Porque yo era buena para comunicar, para hablar y me orientaron hacia una carrera que me permitiera ser independiente y tener autonomía económica. Hay que dignificar a las mujeres. No es fácil, pero muchas lo hemos logrado, muchas tenemos trabajos, tenemos carro, o moto y vivimos bien. Y trabajamos, obviamente, porque nada nos lo han regalado.

Y al final, mira que nosotras lo tenemos al final en nuestra formación, está el empoderamiento. Porque algunas mujeres se iniciaron en el activismo aún sin estar sanas, fueron agredidas, su estado posterior fue peor que el inicial… Y en mi caso, mi vida política es muy cortita, pero es muy eficiente porque yo ya venía sana. Ya sé, por ejemplo, los síntomas del trastorno depresivo, yo misma busco la ayuda, yo misma me muevo y si tengo que pagar una consulta en psiquiatría lo hago, hago el sacrificio y lo hago. Entonces siempre recomiendo al movimiento feminista que se dedica a este tema dejar la formación política para el final.

Hablando de encontrar un trabajo que te dé ingresos, ¿qué le dirías a quien defiende la prostitución como un trabajo cualquiera?

Todos y todas las que quieren que sea trabajo no lo quieren para sus hijas, ni hacerlo con sus propios cuerpos, sino que sean explotados los cuerpos de las demás. Al final en Europa, las que están en los prostíbulos son las más pobres, las racializadas, las mujeres de Europa oriental y de Latinoamérica. En Colombia, han caído en la prostitución las afrodescendientes y las indígenas.

A las personas que creen que la prostitución es un trabajo les pido que hagan el ejercicio. No debato sobre si es un trabajo con personas que nunca han experimentado la prostitución porque es como el racismo, solo lo siente quien lo siente. Y no es que yo descalifique esas voces, no soy quien para ello, pero simplemente no puedes justificar la prostitución como trabajo si tú no estuviste en una esquina ni conoces el frío que yo sentí; no sabes lo que es pactar sexo vaginal y que en la habitación te obliguen a practicar sexo anal; no sabes lo que es llegar a tu casa llena de moratones y no enterarte ni en qué momento te los hicieron; sentir que tu cuerpo solo sirve para eso, sentir que no tienes otra cosa para hacer; desayunar con alcohol. Todo eso no lo sabes… Solo puedes entender que no es un trabajo si tienes empatía: hay mujeres que trabajan por la abolición de la prostitución por un ejercicio de empatía. Pues a esas personas que consideran la prostitución un trabajo, solo les diría que se pongan en nuestros zapatos y hagan un ejercicio de empatía. No voy a tener que explicarles nada, ya lo van a entender.

En Colombia eres un referente del movimiento abolicionista, ¿qué estrategias propondrías a nivel global contra la prostitución?

En este momento mi estrategia es convencer. Muchas me dirán que soy una activista light, pero no. En el Proceso de Paz que tuvimos con las guerrillas de las FARC y otros grupos armados de Colombia, aprendí sobre la conversación, sobre cómo hablarle al otro. Y hay que tener esa conversación en la sociedad, hay que hablarles a los políticos, a los puteros o prostituyentes. Y después de la charla puedo decirles: “ya no vas a ser un putero” o “ya no vas a favorecer la explotación sexual”.

Hay que convencer a la gente de a pie y cuando tengamos esos aliados (que ya los estamos teniendo) y tenerlos en todos los grupos, desde grupos religiosos hasta las feministas radicales, los políticos de izquierda, de derecha… Si seguimos ese camino, vamos a conseguir la abolición de la prostitución a nivel global.

Creo que contar mi historia tiene poder. Muchas pagamos el precio de contarla, pero cuando veo que toca corazones, siento el poder de convencer y que mi historia no es lo importante sino lo que enseña.

Así que la estrategia es esa: démosles la voz a las sobrevivientes en los eventos, que las activistas y académicas que nos abrieron el camino hablen menos y nos dejen alzar la voz a las supervivientes. Nosotras también tenemos que ser las protagonistas de esta conversación.

Si tuvieras que elegir un mensaje potente por la abolición de la prostitución, ¿cuál elegirías?

Hay uno… No recuerdo muy bien de quién, pero decía algo así como: “entras al prostíbulo como cliente pero sales como agresor”.

Y algo que me ha servido mucho también en las charlas: “¿en qué inviertes tu dinero, en explotación, en dolor, en sufrimiento?” Y algunos dicen “no, si yo ayudo” y les responde: “bueno, pues ayúdala, pero entonces no compres sexo”.

Esos mensajes que llegan al espíritu de la gente que les hace pensar: “¿en qué me convierto yo: en un monstruo o realmente soy una persona consciente de la humanidad?”. Esos mensajes son muy potentes y poderosos para campañas.

¿Tú has perdonado a tus victimarios? ¿Cómo es ese proceso interno?

Mi principal victimario es el Estado y la sociedad prostituyente. A esos no los he perdonado. Perdoné a los seres humanos equivocados, perdoné a los que fueron reclutados para la guerra a los 16 años. Perdoné a las compañeras que me agredieron en esos contextos, perdoné a los violadores in situ. Pero mi principal victimario es el Estado que cree que yo estaba trabajando, que estaba disfrutando y que proporciona plata para la explotación sexual. A esos no los he perdonado ni los perdonaré. A esos les exijo, les reclamo. El Estado colombiano ha tenido que reconocer mi estatus como víctima. Otro Estado como argentino me reconoció como refugiada por ser víctima de explotación sexual.

Y luego están los seres humanos equivocados… Uno de mis victimarios me pidió perdón con las manos así [junta las palmas de las manos], en señal de arrepentimiento. Y lo perdoné ya hace mucho tiempo, también por salud mental. Siempre digo: “mi condición de superviviente es muy valiosa, la tengo que cuidar”.

Ahora me dicen que estoy en modo zen, pero bueno, yo no me complico, no me peleo y estoy concentrada. Tengo una meta, un sueño que vamos a lograr: la abolición de la prostitución. Por el momento, no sé si en Colombia es posible, pero por lo menos le arranco una mujer a la prostitución. Cada vez que una mujer me llama y me dice que la espere y sale con su maletita… ¡Dios mío! Es la alegría mas grande que puedo sentir.

Y con un objetivo tan bonito, ¿cómo podemos apoyarte en los próximos meses? ¿En qué proyectos estarás involucrada?

Antes, quiero dejarlo claro, al pueblo español, que son de los que más han apoyado el Proceso de Paz en Colombia. Y eso se lo quiero agradecer a cada una y cada uno de los españoles, independientemente de si están o no en esta lucha. Sigan haciendo incidencia para que sus políticos nos sigan apoyando, para que la cooperación internacional esté dirigida a la construcción de paz. Créanme que si está dirigida a la construcción de paz vamos a tener muchas mujeres fuera de la prostitución en Colombia.

A las feministas quiero decirles que tenemos que estar unidas. Independientemente de las diferencias ideológicas que hay entre unas y otras, yo he encontrado feministas en las calles, he encontrado feministas en el movimiento artístico, en los medios y hasta en las iglesias. Entonces, vamos a hacer un llamado a la unidad por la abolición de la prostitución.

Es importante visibilizar estos procesos y estas luchas. Ustedes son -y no lo digo en un sentido colonialista- nuestras hermanas y hermanos mayores. Nos trajeron su cultura, impuesta o no, ahora la tenemos. Sigamos trabajando de la mano por las mujeres, las niñas y los niños, para que puedan vivir en un mundo sin prostitución.

Claudia Quintero participará en el Webinar organizado por Feminicidio.net el 21 de septiembre de 2020

Supervivientes de explotación sexual: sus propuestas para la abolición de la prostitución

Graciela Collantes (Argentina), Claudia Quintero (Colombia) y Amelia Tiganus (España) presentarán sus propuestas para la abolición de la prostitución en España como una cuestión de derechos humanos que afecta a todas las mujeres y desde el marco jurídico internacional que obliga a los Estados a implementar leyes y políticas públicas contra la explotación sexual y todas las formas de comercio sexual.

Nerea Novo Paleo

Analista de datos y redactora

Licenciada en Periodismo, ocupa la posición de analista de datos y redactora, además de representar a Feminicidio.net en foros e instancias internacionales.

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