Observar cuantitativamente la violencia sexual es difícil, porque es más frecuente que suceda en contextos privados y suele esconderse tanto por el perpetrador como a menudo por la víctima o por los testigos, de haberlos. Para describirla es frecuente utilizar la metáfora de un iceberg, dado que la parte sumergida o “cifra negra” es mucho mayor que la visible. Para la estimación de los casos reales de violencia sexual los expertos señalan la importancia de complementar los datos registrados con las encuestas de victimización.