Observar cuantitativamente la violencia sexual es difícil, porque es más frecuente que suceda en contextos privados y suele esconderse tanto por el perpetrador como a menudo por la víctima o por los testigos, de haberlos. Para describirla es frecuente utilizar la metáfora de un iceberg, dado que la parte sumergida o “cifra negra” es mucho mayor que la visible. Para la estimación de los casos reales de violencia sexual los expertos señalan la importancia de complementar los datos registrados con las encuestas de victimización.
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Casi un 80% más en ocho años, un crecimiento de más del 20% en el primer trimestre de 2022: la tendencia al alza de las denuncias por delitos sexuales en España se aparta de la estabilidad de la criminalidad general. La mitad de las víctimas de todos los delitos sexuales son menores de edad. Por qué se denuncian más, qué reclaman las jóvenes o cómo afecta a menores son cuestiones a examinar a partir de la radiografía de la violencia sexual.
Las estadísticas de violencia sexual contra menores en España existen, pero su sistematización hace disponible y reutilizable una parte muy reducida del total. Aún así, las cifras de acceso público confirman una tendencia al alza en los últimos años y un claro sesgo de género: las víctimas son mayoritariamente de sexo femenino mientras que los agresores son aún más mayoritariamente masculinos.
En el Especial La Manada en el patriarcado, a lo largo de 10 capítulos, desarrollamos una serie de conceptos y categorías vinculados a la violencia sexual. Esta investigación es analizada desde la mirada de la pornografía hegemónica, la prostitución y la masculinidad, en la era del neoliberalismo sexual, la mercantilización y cosificación de las mujeres, y de la vida.